En este libro infinito e inagotable están compilados prácticamente todos los ensayos que escribió a lo largo de su larga vida la autora francesa Marguerite Yourcenar. Esta escritora fue reconocida mundialmente por su obra memorias de Adriano aparecida en 1951, cuya traducción al español realizada por Cortázar me parece insuperable. En 1947 obtuvo la nacionalidad estadounidense. Primera mujer en entrar en la Academia de Francia, sus escritos abarcan la novela, el ensayo, poesía y teatro, además de una serie de cuentos imperecederos y una labor de traductora digna de encomio. Algunos ensayos tienen carácter histórico, otros son sencillamente descubrimientos de autores generalmente desconocidos para el lector medio. Algunos son reseñas y estudios de libros memorables o de escritores que han trascendido el tiempo y el espacio. En el estudio de la Historia Augusta Yourcenar realiza un estudio exhaustivo de algunos emperadores de Roma, alabando a algunos historiadores como Tácito. Gracias a la lectura de este libro he descubierto la figura de Agrippa d´Aubigné, poeta francés convertido al calvinismo y uno de los favoritos del rey Enrique IV. En algunos de sus versos asistimos a la búsqueda de Dios y del Absoluto, que después de crear el mundo se aleja de su obra. Cuando en 1610 Ravaillac apuñaló a Enrique IV, causándole la muerte, d´Aubigné vio en este suceso la cólera de Dios. Los ensayos reunidos en este tomo son heterogéneos. Yourcenar se adentra en las cárceles de Piranesi, autor que influyó en la génesis del Vathek de William Beckford. No sé por qué, pero los grabados de Piranesi me recuerdan a ciertos dibujos de Escher. En otro ensayo Yourcenar hace un estudio de la poesía de Kavafis, amanuense griego que renovó la poesía en griego moderno. Yourcenar sabía latín y griego clásico desde muy pequeña. Kavafis es por excelencia el poeta griego del siglo XX. Sus gustos son un tanto extraños: le gustaba Anatole France y no soportaba a Gide. Admiraba a Browning más que a T.S Eliot y sorprendía a todos citando a Musset. También gracias a la lectura de este libro conocí por primera vez la obra de Selma Lagerlöf, primera mujer en recibir el Nobel de Literatura. Esta autora sueca ha sido todo un descubrimiento para mí, como en su día lo fueron Ibsen o Strindberg. Otro autor del cual no he leído nada aún es Mishima. Debo reconocer que la literatura japonesa es, dentro de las literaturas orientales, la gran desconocida para mí. El feminismo debe reivindicar el papel de la mujer en la historia de la literatura, y fue Murasaki Shikibu la primera en escribir lo que se ha considerado el origen de la novela moderna. La novela de Genji es un libro descomunal ambientado en el siglo X de nuestra era, que cuenta las aventuras amorosas de Hikaru Genji y sus descendientes a lo largo de más de cuatro mil páginas. Sei Shonagon, otra autora japonesa de la época, también se hizo famosa por su diario, conocido como libro de la almohada. El libro ahonda en Virginia Woolf y la traducción que Yourcenar hizo de su obra, en el hermetismo de los escritos de Thomas Mann, en algunos estudios de Beda el Venerable, en una nota sobre Wilde, en la obra magna y erudita de Borges. Habent sua fata libelli, los libros tienen su destino, dice el adagio latino. El destino de estos ensayos es el de ingresar en la inmortalidad, según la capacidad lectora de cada una de las almas que se adentre en ellos.