Por qué leer los clásicos

Este libro de reseñas sobre algunos de los clásicos que para Italo Calvino eran esenciales es de muy grata lectura para el interesado en el infinito mundo de los clásicos. Calvino sostiene que un clásico es un libro que nunca se acaba de leer, que es continuamente releído y que por tanto es como un universo en sí mismo. Del mundo grecolatino rescata la Odisea y el regreso de Ulises a Ítaca. De Ovidio habla de sus metamorfosis expresadas en un límpido latín como las vetas de mármol. También nombra entre sus libros favoritos la historia natural de Plinio el Viejo, un compendio enciclopédico de todos los saberes de la época. Las mil y una noches también conforman la magia de Oriente, con su narración circular de historias en las que Sherezade trata de salvar su vida. Ya de escritores más actuales, Calvino nos habla de los imperecederos autores de Europa y Norteamérica, así como de la obra de su amigo Cesare Pavese, que se suicidó poco antes de llegar a cumplir los 50 años. Italo Calvino se graduó en la Universidad con una tesis sobre Joseph Conrad (autor inconmensurable, cuya influencia en la literatura mundial creo que aún no se ha reconocido como debiera. No obstante Borges lo consideraba su novelista favorito y tuvo una importante influencia en un autor de la talla de García Márquez). Luego vienen los autores como Flaubert o Diderot, Voltaire y su eterno Cándido, luego pasa a autores en lengua inglesa como el ya mencionado Conrad, del que Gide dijo que aprendió inglés sólo para leer sus libros, y al que Valery también admiraba muchísimo. Henry James es otro autor citado como uno de los más importantes de la escuela americana, aunque murió nacionalizado inglés, pues pasó grandes etapas de su vida residiendo en Londres. Balzac y sus novelas acerca del capitalismo y el dinero, la burguesía y los pobres que intentan cambiar su estatus social. Stendhal y sus descripciones de Italia, con las dos novelas inmortales que escribió, rojo y negro y la cartuja de Parma. Calvino también tiene tiempo para comparar a estos escritores con la naturaleza de Dante, cuyo libro la Divina Comedia, debe considerarse el clásico de los clásicos. Virgilio y Dante, Dante y Beatriz, Paolo y Francesca, Ugolino, son arquetipos de la humanidad. Nosotros, lectores devotos de Thomas Mann, de Faulkner, de Kipling, de Stevenson, de Chesterton, de Dickens, somos meras sombras de los personajes que ellos crearon. Calvino también cita la influencia que tuvo Borges sobre toda la literatura italiana, con su erudición enciclopédica y sus lecturas infinitas. Yo a veces me pregunto, ¿hay algún autor que haya leído más que Borges? Dicen que Menéndez Pelayo leyó su biblioteca entera de 40000 libros, pero esto parece un mito, como el hecho de que con un ojo leía una página y con otro la otra. Puede que Alfonso Reyes o Pedro Henríquez Ureña tuvieran tanto conocimiento como Borges, pero no parecen demostrarlo en sus escritos. El libro termina con un estudio de la poesía de Montale y de las obras de Pavese. Calvino parece justificar así la literatura italiana del siglo XX.

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