Harold Bloom, recientemente fallecido, es uno de los grandes críticos literarios del siglo XX y parte del XXI. En este libro, escrito después de la superación de una enfermedad que casi le lleva a la muerte, Bloom redefine los conceptos de clásico y eterno para adentrarnos en una serie de libros y autores que han pasado a la posteridad por sus obras inmortales. Para Bloom el canon occidental está principalmente en Shakespeare, pero la Biblia es también el libro por excelencia que se llevaría a una isla desierta. Hay una pequeña contradicción, ya que la Biblia es el libro de Dios, mientras que Shakespeare dice que el mundo está escrito por un idiota, carente de sentido. De la Biblia analiza el filosófico libro de Job y el Eclesiastés. La vanidad y la fragilidad de la vida humana son los temas principales de estos libros, aunque en el libro de Job se ha querido ver una teodicea para justificar la existencia del mal en el mundo en el que vivimos. Platón contra Homero son otros dos autores, clásicos, que conforman nuestra manera de entender los libros y la literatura. Platón quería expulsar a los poetas de la República, por eso quería eliminar a Homero, pero por suerte no lo consiguió. Homero sólo es equiparable a Dante, a Shakespeare y a Cervantes, y es el fundador de la literatura occidental tal y como la conocemos en Europa. Luego viene la comparación entre Shakespeare y Cervantes, uno el creador del teatro universal y de todas las pasiones humanas, el otro el creador de la novela moderna y de la mejor novela que se ha escrito nunca. Lo cierto es que Bloom ve a Shakespeare en todos lados. Para él todos los autores son ramificaciones del bardo de Avon, y en esto no estoy de acuerdo con él. No creo que Shakespeare haya influido tanto en autores como Tolstoi o Dostoievski, maestros en sí mismos de la mejor narrativa. Hamlet es una de las obras más estudiadas y analizadas, pero todos los críticos convienen en que la mejor obra de Shakespeare es el rey Lear. Yo no soy nadie para disentir de esas autoridades, pero Macbeth o Coriolano me parecen obras más redondas que el rey Lear. La segunda parte del Quijote es imperecedera. La muerte de Alonso Quijano nos afecta a todos los lectores de buena fe. Bloom compara también al doctor Johnson con Goethe. Uno es un crítico de renombre, tal vez el mejor de su época, mientras que el otro es el fundador de un movimiento literario cuya huella aún hoy perdura en nuestros días. También compara a Montaigne, el padre del ensayo, con Bacon, inventor del método inductivo para investigar en las ciencias naturales. Emerson y Nietzsche, Proust y Freud, san Agustín y la escritura, el evangelio de Tomás, son otros de los tantos temas abordados por este grandioso crítico. En manos del lector dejo que lean este bello libro, que seguro les proporcionará deleite y un amplio conocimiento de los clásicos, los fundadores de la literatura, esa ciencia del espíritu que nos ayuda a vivir y a superar nuestros problemas.