Este es el penúltimo volumen de la inabarcable historia de la filosofía de Copleston. En este libro el autor estudia y examina los sistemas filosóficos de Gran Bretaña y Estados Unidos, desde el siglo XIX hasta bien entrado el siglo XX. Bentham es el primer filósofo analizado, fundador del movimiento utilitarista, en el que se busca el máximo placer para el mayor número de personas posible. Lo que nos provoca placer es bueno, lo que nos provoca dolor es malo. En esta sencilla tesis se basa la teoría utilitarista. Otro autor analizado en profundidad es Stuart Mill, cuyos principios lógicos significarían un gran avance para el estudio de la lógica y de la ciencia. Mill no podía sostener la contradicción entre un mundo sufriente y un Dios todopoderoso, por lo que hizo a Dios finito e impotente frente a los males del mundo. Los idealistas británicos siguen todos los pasos y enseñanzas de Hegel, y creen en un absoluto que se identifica con las consciencias individuales. Así, para Bradley toda relación es ilusoria, pues supone un número infinito de relaciones. Los instantes del tiempo son asimismo ilusorios y todo existe en el absoluto, aunque nosotros no lo percibamos así. Otro idealista, Royce, postula la existencia de un Dios finito que se hace con la evolución del universo. Como Hegel, el absoluto se realiza en las contradicciones y se perfecciona hasta tomar conciencia de sí mismo. Frente al movimiento idealista, surgió en los Estados Unidos el pragmatismo, cuyos máximos representantes son Peirce y William James. Peirce sostiene que hay un interpretante en cada signo, y que Dios existe desde el punto de vista del teísmo. Sus principios, tychismo, agape y synechismo son los que gobiernan el universo: azar, amor y continuidad. William James aprendió mucho de Peirce, pero se interesó especialmente por la psicología, a la que consagró su magna obra los principios de psicología (1890) Para James el universo se compone de la experiencia, un sustrato que es anterior a la materia y a la conciencia, pues defiende un monismo neutral. La conciencia no es una entidad. Cada estado se acomoda al ser material o al ser espiritual según sea su naturaleza. James defiende el pluralismo frente al monismo absoluto, no cree en la Idea de Hegel ni en el absoluto de Bradley. Para él el universo se parece más a una república gobernada por distintas personas más que a una monarquía en la que sólo el rey gobierna. Por último se estudia la filosofía de Bertrand Russell, cuyas aportaciones a la lógica y a la matemática son inigualables. Russell empezó siendo un matemático pero luego se pasó a la filosofía. Descubrió la paradoja de las clases que se contienen a si mismas, una paradoja de la teoría de conjuntos que Frege había entrevisto. Esto ponía en riesgo la opción de reducir todas las matemáticas a principios lógicos, por lo que Russell postuló la teoría de tipos. En su teoría del conocimiento Russell admite el monismo neutral de James, tras haberse visto influenciado por las tesis lógicas de Wittgenstein en su Tractatus.