La aventura sin fin

Este libro de ensayos de T.S Eliot recoge la producción ensayística del autor menos conocida en el idioma español, por lo que nos da una idea del genio de tan singular escritor. T. S Eliot fue un poeta y dramaturgo estadounidense que obtuvo el premio Nobel de literatura en 1949. Como todo buen autor, se trata tal vez del mejor crítico literario de la modernidad junto con Ezra Pound. Eliot es el máximo representante de la corriente del new Criticism, corriente que se dedicaba a estudiar el texto en su radical objetividad, dejando de lado el contexto del autor y centrándose exclusivamente en la producción literaria. En estos ensayos Eliot se enfrenta con los más grandes clásicos de la literatura, aportando su toque personal. Los poetas metafísicos ingleses, entre los que destaca Donne, fueron una gran influencia en su poesía, así como los dramaturgos isabelinos menores, como Webster o Middleton. Shakespeare es un titán por sí mismo y Eliot sólo lo ve comparable a Dante, pero en facetas distintas. Dante es el clásico europeo por excelencia y su Divina Comedia es algo inigualable. Según Borges, la Divina Comedia sólo es superada por los Evangelios. Lo cierto es que Eliot no quería pronunciarse entre Dante y Shakespeare, pero creemos que entre estos dos grandes escritores Dante tuvo un mayor impacto en su obra, aunque secretamente admiraba más a Shakespeare. Inolvidables y eternos son los ensayos de Marlowe, adversario de Shakespeare, ateo y muerto en una taberna con una puñalada en el ojo. O Andrew Marvell, ese poeta que nos dejó el inigualable poema “To his coy Mistress” a su esquiva amada, donde se nos habla del carpe diem y se nos insta a aprovechar nuestra vida mientras la poseemos. La mayor influencia en la poesía de Eliot está en los autores franceses. El mismo Eliot manifiesta que sin Corbiere, sin Laforgue, sin Baudelaire, sin Verlaine y sin Rimbaud no habría escrito jamás poesía. Otro autor que analiza es un contemporáneo suyo, Yeats, el poeta del mito irlandés. Hay ensayos exclusivamente de crítica, en los que se estudia a Samuel Johnson como crítico o Middleton Murry. Milton es uno de los autores que Eliot más detesta, no ya como autor, sino como persona. Dice de él que su imaginación visual es poco manifiesta y escasa. Según él, Milton acabó con todas las posibilidades del verso blanco en inglés después de componer el paraíso perdido. Esto hizo que Keats desistiera de escribir una epopeya. De Byron dice que tiene una gran facilidad para versificar pero que su ritmo es como el de un sordo. En su maravilloso ensayo ¿qué es un clásico? dice que Virgilio es el poeta por excelencia. También Eliot acuña un par de términos que han pasado a la posteridad en la literatura. Disociación de la sensibilidad y correlato objetivo. La disociación de la sensibilidad se produjo en el siglo XVIII con las obras de Milton y Dryden, y posteriormente con Pope. Según Eliot, aún en el siglo XX no se habían recuperado de esa disociación.

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