Historia natural de la religión

Este breve y didáctico ensayo de Hume trata de establecer cuáles son los orígenes de la divinidad y de las religiones. Podríamos pensar que se trata de un estudio limitado y deficiente del tema en cuestión si lo comparamos con otras obras de antropología más modernas como la rama dorada de Frazer o historia de las ideas y las creencias religiosas de Mircea Eliade. Nada más lejos de la realidad. Pues la visión sobre estas cuestiones es la de un hombre de genio, un filósofo que revolucionó el pensamiento con sus ideas. Hume adopta la tesis de que en los primeros estadios de la humanidad el politeísmo era la religión de los pueblos más primitivos. Para ello argumenta que éstos se fijaron en los cambios de la naturaleza, en la lucha de los contrarios y en la sucesión de estaciones. Así, el día y la noche, la primavera y el otoño volvían circularmente, por lo que había un dios particular para cada suceso. Estos dioses estaban conformados con las pasiones humanas y eran objeto de cólera, ira o venganza. Otro argumento a favor de la existencia de múltiples dioses que Hume sostiene es que es posible que distintos dioses se hayan dividido y repartido los portentosos efectos de la naturaleza. Así, Zeus se quedaría con el cielo mientras Poseidón controlaba las leyes de los mares. El origen de la divinidad es común a todos los pueblos de la tierra y se basa en la percepción del designio en la naturaleza. El ver una regularidad y uniformidad en la naturaleza nos lleva a pensar en un gobernante inteligente que ha establecido esas leyes eternas. Hay una finalidad en el universo, y por lo tanto un autor. Todo lo que acontece tiene una causa, hasta que llegamos a la causa suprema, autor de la serie infinita del resto de causas. Este es uno de los argumentos que santo Tomás utiliza para demostrar la existencia de Dios, el cosmológico. Una serie de cosas posibles no puede tener su origen en sí misma, por lo que un ser necesario es el que la trae a la existencia. Hume defenderá este argumento en su obra diálogos acerca de la religión natural, donde Cleantes sostiene la tesis de la causa primera.

Kant es conocido especialmente por ser el que destruyó la metafísica. Kelsen arguye que el auténtico destructor de la metafísica fue Hume. Fiel a la tradición empirista, acabó con la relación de causalidad y la denominó conjunción constante. No podemos establecer una relación de causalidad porque ésta se basa en percepciones distintas, y la mente no es capaz de establecer nunca relación entre existencias distintas. Kant tendrá que aplicar sus tesis de la aprioridad del conocimiento para salvar la universalidad de la causalidad. Hume le despertó del sueño dogmático, por lo que la importancia del escocés es fundamental en la historia de la filosofía. Estacio dijo que lo que creó la existencia de los dioses fue el miedo. Lo cierto es que Hume no creía en la inmortalidad, y aceptó su muerte con un estoicismo digno de envidia.

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