Adam Schaff, el autor de este libro, fue un filósofo de tendencia marxista. Lo que trata de analizar en esta obra, historia y verdad, es si la historia puede existir como ciencia y si los hechos históricos tienen una plena objetividad como las leyes de la ciencia, o si por el contrario están mezclados de la interpretación subjetiva del ser humano. Schaff comienza con una breve introducción sobre distintos historiadores que tratan las causas del origen de la revolución francesa. Algunos historiadores ponen el punto de inflexión en la pobreza extrema, otros en el auge del capitalismo y otros en la crisis del campesinado. El caso es que objetivamente la revolución francesa se inició en 1789. ¿Cómo saber cuál es la verdad? ¿Qué historiador tiene razón? ¿Puede existir una verdad absoluta en la historia? Centrémonos en lo que dice Schaff y analiza con rigor. La historia analizada como posible ciencia tiene su origen en el siglo XIX. Ya Schopenhauer en el mundo como voluntad y representación analiza el carácter particular de la historia. La historia no puede ser una ciencia porque sólo estudia hechos individuales, no generales ni universales como la filosofía. La historia es el sueño pesado y deshilachado de la humanidad. Oswald Spengler, en su titánica la decadencia de Occidente analiza el fin de la historia. Aunque la historia sólo trate sobre lo particular, añade nueva información y conocimiento. La historia revela lo particular, aunque se trate nada más que de una colección de hechos particulares, podríamos decir que es una ciencia inductiva. Ranke, el padre del positivismo en la historia, define al historiador como el que estudia los hechos históricos objetivamente, sin contaminar el pasado con su opinión. Esta tesis está cargada de panteísmo y ve en la historia una manifestación de la providencia divina, como Hegel ya había postulado. La razón se encarna en la historia, en los grandes personajes, y en sus contradicciones hace avanzar a la humanidad. El presentismo es la otra corriente estudiada por Schaff. Consiste ésta en que los hechos pasados están influidos por el presente, por las condiciones sociales con las que se estudia el pasado y la ideología que el historiador tenga. Benedetto Croce es el máximo representante de esta doctrina, con su postulado de que no existe nada fuera del pensamiento. Así, Croce se declara heredero del idealismo de Hegel y hasta de Berkeley. Todo hecho histórico es una manifestación del espíritu, fuera del cual nada existe. Charles A. Beard es otro defensor del presentismo, aunque algo menos dogmático que Croce. Karl Mannheim analiza desde la sociología del conocimiento la tesis de que toda ideología es falsa conciencia y de que todo hecho histórico está influido por las condiciones sociales e históricas de lo acontecido y del historiador. Así defiende la tesis relativista frente al absolutismo del dogmatismo. El relativismo sostiene que la verdad depende del lugar y el tiempo y las circunstancias en las que se inscribe. Como buen marxista, Schaff defiende esta posición.
El debate sobre si la historia es una ciencia como la física o la química me resulta muy interesante, por lo que recomiendo encarecidamente la lectura de este libro. Después de leer a Ortega y a Maravall, los debates sobre esta cuestión siguen más vivos que nunca.