Lo santo

Dijo Hegel que los grandes hombres no son los grandes inventores, sino aquellos que cobraron conciencia de lo que era necesario. Rudolf Otto, el autor de este ensayo, obtuvo el reconocimiento inmediato y el libro se publicó en sucesivas ediciones, hasta llegar a las veinticinco en 1936. La definición de Otto es de la un sabio erudito que se dedicó a estudiar la historia de las religiones para compararlas, poniendo un especial énfasis en la religión cristiana. Lo santo es el concepto que vertebra todo el libro. Para explicar este concepto Otto acude al término de “lo numinoso”. Esta palabra tiene una doble significación: por un lado es mysterium tremendum, lo que aterra y estremece; es lo totalmente diferente, lo que nunca coincide con el hombre ni con el mundo. Otto emplea la palabra latina fascinans para hacer referencia al otro significado, “algo singularmente atrayente, cautivador y fascinante”. Lo numinoso es para Otto el auténtico fondo de todas las religiones. Los precedentes de Otto en el estudio de la religión fueron autores que destrozaron la idea de ésta. Feuerbach es el principal representante en este sentido. Denominaba a la religión con el término Bedürfnis (necesidad, indigencia). La religión es sólo un calmante de efecto pasajero que además de no curar, aliena a los humanos. El mismo Feuerbach dijo que si el ser humano no muriese, no tendría necesidad de la religión. Para Otto, la religión no brota de la Bedürfnis sino de la Erlebnis (experiencia, vivencia), y como las categorías del entendimiento kantianas, tiene un uso a priori. Lo santo se intuye sin necesidad de la experiencia, y entonces el ser humano experimenta el sentimiento de dependencia del que ya había hablado Schleiermacher. La criatura se siente una nada con respecto a la divinidad, pues todo su ser depende del Ser supremo. Otro eminente teólogo, Harnack, había pronunciado en 1901 un solemne discurso en el que rechazó radicalmente la posibilidad de que la teología se abriese al estudio científico de las religiones no cristianas. Bultmann señala que Harnack no tenía mayor inconveniente en asimilar la doctrina cristiana con la cosmovisión de Goethe.

 

Hume dijo de Rousseau que éste no había hecho otra cosa más en su vida que sentir. Otto contrapondrá el sentimiento de Lutero a la inocua teología escolástica sobre el Espíritu. Volviendo a Schleiermacher, éste había hablado del sentimiento del infinito. La religión se basaría entonces en una cuestión del corazón humano. Durante todo el libro Otto se dedica a analizar el concepto de lo numinoso tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, la concepción de Dios en Lutero y el estudio de lo santo como categoría a priori. Esto hace que la religión se torne ciencia del espíritu, pues sus bases son independientes de la experiencia. Con este estudio de Otto, la religión cristiana alcanza cotas incomparables, analizando la mística alemana y los versículos de la Biblia. Sin duda un libro que no dejará indiferente a nadie.

 

 

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