La vida es sueño

La obra maestra de Calderón de la Barca bien puede denominarse drama filosófico. Desde que Menéndez Pelayo la considerase con esta etiqueta, los estudiosos han dejado de lado otras posibles interpretaciones para fijarse en el papel existencial de esta obra barroca. La temática principal es de orden teológico, ya que trata de armonizar la libertad del ser humano con la predestinación divina. Segismundo, príncipe de Polonia, ha sido encerrado en una torre porque su padre Basilio ha sido advertido de que su hijo lo destronará, según un cálculo astrológico. En otras palabras, el destino de Segismundo es eliminar a su padre para ocupar la corona. Esta obra, escrita en 1635, se anticipa a ciertas tesis del idealismo filosófico, que en Occidente no se establecería hasta el siglo XVIII. Descartes publicaría su famoso discurso del método en 1637, donde dudaría de la existencia del mundo externo. Segismundo duda de si lo que percibe es real o es tan solo un sueño. El idealismo hindú ya había establecido que el universo es una ilusión de la conciencia, que el mundo no tiene comienzo y que la dualidad sujeto/objeto es eterna. Segismundo, en su famoso soliloquio, llega a decir:

 

¿Qué es la vida? Un frenesí

¿Qué es la vida? Una ilusión,

  una sombra, una ficción

  y el mayor bien es pequeño;

 que toda la vida es sueño,

 y los sueños, sueños son.

 

 

Como he dicho, en Occidente será el obispo Berkeley el que acuñe el idealismo subjetivo en el siglo XVIII. Su famosa tesis, esse est percipi, hará del mundo un espectáculo del Dios eterno. La materia no existe por sí misma, solo hay ideas y mentes que perciben ideas. El objeto no es nada sin un sujeto que lo perciba. Este pensamiento llegará hasta Kant, que hará que el mundo fenoménico dependa de las estructuras categoriales del entendimiento. Schopenhauer hablará de la forma onírica del ser, el mundo aparente de Maya.

 

El otro tema discutido en la obra es la síntesis entre determinismo y libertad, entre predestinación y libre albedrío. En la mente occidental estos conceptos son contradictorios. ¿Cómo podemos ser libres si Dios conoce de antemano cada uno de nuestros actos? Solo negando el conocimiento divino se puede salvar la libertad humana. Por eso los existencialistas creían hasta las últimas consecuencias en la libertad del ser humano, porque eran ateos y negaban a Dios. Esto era imposible en el inconsciente ideológico del siglo XVII. La disputa tuvo lugar entre Domingo Bañez y Luis de Molina. Bañez sostenía la tesis de la premonición física, en la que Dios conocía de antemano las obras de los hombres y concausaba sus actos. Luis de Molina distinguía entre ciencia de visión, de simple inteligencia y ciencia media. Por la ciencia de visión Dios conocía los eventos pasados, presentes y futuros, es decir, las existencias. Por la de la simple inteligencia conocía las esencias, y por la ciencia media conocía los futuros libres condicionados, esto es, lo que un ser humano haría en una situación determinada. Así salvaba la libertad y la predestinación y se sintetizaba el conocimiento divino con el libre albedrío.

 

Casi 400 años han pasado desde que Calderón escribiera su obra maestra, pero este libro no deja de tener una gran influencia entre todos los autores de teatro español.

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