Acabo de releer por tercera vez esta novela, o nivola, como la llamaba Unamuno, y debo decir que me he sentido gratamente apasionado con su relectura. De toda la producción de Unamuno, posiblemente Niebla sea su obra más lograda. El tema central del libro, la angustia ante la muerte y la sobrevivencia personal del alma humana, se encuentra en prácticamente cada libro del escritor vasco. Recordemos amor y pedagogía, el personaje de Luis Apolodoro y su padre don Avito, que trata de hacerle un genio desde la cuna. La tragedia de esta novela se entrevé en el amor no correspondido, en el posterior suicidio del protagonista y en el arrepentimiento del padre por haber forzado a su hijo a esa situación. En Niebla también tenemos una historia de amor, que finalmente no es correspondido. Augusto Pérez, el protagonista, se enamora de Eugenia y da de lado a Rosario, una mujer que de verdad lo ama. Pero en el último momento Eugenia huye con otro hombre y abandona a Augusto Pérez. En ese momento, Augusto Pérez va a visitar a don Miguel de Unamuno para pedirle consejo. Éste le hace ver que es sólo un personaje de ficción y que morirá cuando él deje de escribir sobre su vida. Ante esta respuesta, Augusto Pérez se rebela y le responde a Unamuno que él seguirá viviendo siempre que alguien lea su historia, mientras que Unamuno morirá inexorablemente y nadie se acordará de él. Julián Marías vio en esta correspondencia entre escritor-personaje la analogía con Dios-criatura. Así, Unamuno sería Dios, que mata a Augusto Pérez conforme deje de pensar en él. Este pensamiento no es del todo novedoso, ya que tiene algunos antecedentes, sobre todo en la filosofía. En Alicia a través del espejo, el rey rojo está soñando a Alicia, que a la vez está soñando con el rey rojo, y por lo tanto si el rey rojo se despertase, Alicia se desvanecería como una vela apagada. Meinong, en su teoría de la aprensión, concede cierto grado de realidad a los objetos imaginarios, como una montaña de oro. ¿Y si todo fuera un gran sueño y nada fuera permanente? Ya Píndaro dijo que “el hombre es el sueño de una sombra” y Shakespeare, en su obra la tempestad, sostuvo que “estamos hecho de la misma materia que lo sueños”. Esta visión tiene un nombre en filosofía: el idealismo. Ya en la India, en los Upanishads, se dice que el universo es el sueño de Brahma. En el Bhagavad-Gita Krishna se declara el dios supremo por el cual este universo es tejido. Parménides y Zenón de Elea demostraron la imposibilidad del movimiento y el cambio, y por lo tanto afirmaron que el mundo de los sentidos es ilusorio. Berkeley, en el siglo XVII, sostuvo la teoría de que ser es ser percibido, y que el universo entero se mantiene en la existencia porque Dios lo percibe infinita y perpetuamente
Carlyle habló del mundo de las apariencias en su Sartor Resartus. Unamuno sin duda alguna se vio influenciado por Kant, por Hegel, por Schopenhauer, por Spinoza, por Spencer. No obstante, no podemos dudar de la gran habilidad de uno de los grandes escritores de la literatura española.
Augusto Pérez finalmente muere, olvidado de todos, a excepción de su perro. Pero mientras su persona perdure en la conciencia divina, vivirá por la eternidad.