En esta colección de la editorial Cátedra están contenidos todos los poemas que el joven Rimbaud escribió durante su corta pero prolífica carrera. Abandonó la poesía con tan sólo diecinueve años para dedicarse a viajar y recorrer Europa y África. Su poesía no fue admirada en un principio, pero posteriormente se convertiría en una de las cabezas visibles del simbolismo, junto con Verlaine y Mallarmé. Tenía a Baudelaire en alta estima, considerándolo un Dios, el rey de los poetas. La precocidad de Rimbaud fue manifiesta desde un principio. En 1869, con tan sólo quince años de edad, gana un concurso de poesía en latín con la composición del poema Yugurta. Pronto entabla amistad con su profesor Georges Izambad, que le presta libros para que los lea a escondidas de su madre, como los miserables de Hugo. Su orientación poética gira en torno al parnasianismo, por lo que Rimbaud decide escribirle una carta al máximo representante del movimiento, Theodore de Banville para que publique algunos de los poemas que el joven ha compuesto en la revista que Banville dirige. Banville le responde la carta, pero nunca llegó a publicar sus poemas. Decidido a abrirse paso en el mundo de la poesía, marcha a París pero es detenido. Su profesor Izambad le paga la deuda que contrae para salir de la cárcel y le ofrece su casa hasta que el joven de quince años pueda volver al hogar materno. Durante la estancia en la casa del maestro, Rimbaud conoce a al poeta Paul Demeny, con el que entabla amistad y ve la posibilidad de que alguno de sus poemas definitivamente se publique. Definitivamente Rimbaud vuelve a Charleville, donde su madre lo recibe con azotes e injurias. Ya comienza a forjarse la leyenda del joven poeta. En sus cartas a Izambard y Demeny, conocidas como cartas del vidente aparece la teoría de que el yo es el otro. El poeta debe hacerse vidente y esto sólo ocurrirá con un desarreglo de todos los sentidos. Tras estos sucesos Rimbaud escribe a Verlaine dos cartas con algunos de sus poemas más famosos, como el barco ebrio. Verlaine queda asombrado e invita a Rimbaud a que acuda su círculo simbolista. En París, conoce a todas las personalidades importantes de la literatura. Victor Hugo llegó a llamarle “el niño Shakespeare”. Inicia con Verlaine una relación tormentosa que acabará mal. Los celos de Verlaine le llevarán a disparar a Rimbaud en la muñeca, tras lo cual mostró señales de temor y arrepentimiento completo.
Poco después Rimbaud abandonaría la literatura para dedicarse a otras ocupaciones. Se convirtió en traficante de armas en África, y murió en Marsella en 1891, a la edad de treintaisiete años. La última obra que compondría sería una temporada en el infierno, tal vez lo mejor de su producción.
Rimbaud ha dejado poemas inolvidables para la eternidad y la posteridad. Una frase como “la verdadera vida está ausente, no somos en el mundo” deja entrever el genio que el joven francés poseía.
Definitivamente podemos disfrutar de sus obras completas con la edición de Cátedra, hecho que alegrará al lector de poesía.