Antología poética

En este libro, compendio de los poemas de Heinrich Heine, se encuentra lo mejor de la obra del autor. Desconocido por muchos y adorado por otros, lo cierto es que la fama de Heine ha ido en aumento desde el momento en que murió después de una larga enfermedad. Considerado por algunos un poeta menor, lo cierto es que una parte de la crítica lo tiene por el segundo mejor poeta de Alemania, después de Goethe. Yo diría que ese puesto se lo tiene que disputar con Hölderlin. Heine era judío, pero en su juventud se convirtió al protestantismo. Su origen judío haría que los nazis lo desterrasen de las antologías alemanas durante el tercer Reich. Conoció al filólogo A.W Schlegel, gracias al cual tomaría un primer contacto con los temas orientales e hispanos. También conoció al genial E.T.A Hoffmann, autor de cuentos y novelas fantásticas. Lo cierto es que Heine mantuvo con el romanticismo una relación de amor-odio. Él se consideraba a sí mismo el último poeta romántico. Cuando conoció a Hegel, quedó impresionado por su personalidad. Sufrió una gran influencia de Goethe, considerado el arquetipo de la belleza y la perfección románticas. Su poesía temprana le debe mucho a Lord Byron, cuya obra, las peregrinaciones de Childe Harold causó en él un impacto que todavía no se ha medido en toda su amplitud. Como Byron, estaba convencido de su propia genialidad. Mantuvo una disputa y polémica con el poeta esteticista August von Platen. Sus escritos contra este autor dañarían su reputación y le cerrarían las puertas a ciertos literatos. Después de una serie de vicisitudes, Heine tuvo que emigrar a Francia, donde se erigiría como el defensor de la lengua y la literatura alemanas frente al resto de escritores. Ya no volvería a Alemania. En París conoció a la flor y nata de la intelectualidad francesa. Entre sus conocidos cabe destacar Balzac, Victor Hugo, Eugenio Sue, Dumas padre, Lamartine, George Sand, Musset, Gerard de Nerval (traductor de gran parte de la obra de Heine al francés), Alfred de Vigny, Sainte-Beuve y Gautier. De la música Berlioz, Rossini, Chopin y Liszt. También trabó amistad con Wagner y Marx, alemanes afincados en París como él.

 

Heine se declaraba abiertamente sensualista y en contra de la corriente clásico romántica, es decir, del espiritualismo-idealismo de la época, con Hegel, Schelling y Fichte como representantes más destacados. Al poco tiempo de su estancia en París, se sintió atraído por las ideas de Saint-Simon. Thomas Mann llegó a afirmar que algunas de las páginas escritas por Heine eran “la prosa más genial en lengua alemana.” El espíritu dionisiaco vivía en Heine, lo que le emparentaba con escritores como Byron, Musset o Lermontov. Algunas de sus frases han quedado para el recuerdo, tales como: “donde se empieza por quemar libros, se terminará por quemar personas” o esta otra, de carácter religioso: “Dios me perdonará, es su oficio”. En España su influencia fue descomunal en autores como Rosalía de Castro o Bécquer, que se consideraba a sí mismo un imitador del autor alemán.

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