A sangre fría

Truman Capote, el autor de esta magnífica novela, era ya ampliamente conocido cuando la escribió. Su libro anterior desayuno en Tiffanys, cuya adaptación al cine haría inmortal a la angelical Audrey Hepburn, ya le había concedido el título de escritor renombrado. Pero sería esta obra, a sangre fría, la que le consolidaría como uno de los escritores norteamericanos más importantes del siglo XX. Capote hace una labor periodística. Junto con su amiga Harper Lee, se informó durante cinco años de los asesinatos de la familia Clutter, cometidos por dos asesinos sin piedad, Richard Eugene (Dick) Hickock y Perry Edward Smith. Su finalidad era robar al señor Clutter una gran cantidad de dinero que se suponía que éste guardaba en una caja fuerte. Pero esto no era cierto. El señor Clutter sólo pagaba con cheques en su mayoría y apenas tenía dinero material. A pesar de no obtener lo que buscaban, Dick y Perry, como Capote los denomina en la novela, asesinan brutalmente a los cuatro miembros de la familia Clutter, es decir, al señor y a la señora Clutter y a sus dos hijos, Kenyon y Nancy, de tan sólo dieciséis años. El método empleado es aterrador. Primero los amordazan y les maniatan para acto seguido pegarles un tiro en la cabeza a cada uno de ellos con una escopeta. Luego Capote nos narra cómo escapan de la escena del crimen y viven malamente en tugurios. Se van a México pero vuelven a los Estados Unidos al ver que allí no tienen futuro. Después de vagar por varios estados, finalmente son detenidos gracias a la confesión del compañero de celda de Dick. Fue éste quién le había dicho todo acerca de la familia Clutter. Dick entonces le manifestó su idea de robarles y después matarles para no dejar testigos. Capote cuenta con admirable maestría la vida personal de los dos asesinos, a los que entrevistó en la cárcel para poder tener el material necesario para escribir esta magnífica novela. Al final asistimos a la muerte de los dos asesinos, condenados a pena de muerte. Son ahorcados tras varios años de estancia en la cárcel. En un principio parece que Perry es el responsable de la muerte del señor Clutter y de su hijo Kenyon, y Dick se encarga de la muerte de las mujeres de la casa, la señora Clutter y Nancy. Pero finalmente Perry declara que fue él quien asesinó a los cuatro miembros de la familia.

 

 

La literatura norteamericana destaca por su extremado realismo. Así tenemos escritores considerados como hard boiled, como Steinbeck, James M Cain, Hemingway o incluso el mismo Faulkner. Lo que nos conmueve de estos autores es su manera de relatar los hechos más duros de la manera más natural imaginable. No pasa así con Capote, que siempre trata de describirnos la brutalidad de las acciones de los asesinos y su falta de empatía. Uno de los asesinos era superdotado, y el otro se cree que sufría un esquizofrenia paranoide. Capote aprovecha el caso para criticar el sistema judicial estadounidense, que cree en el ojo por ojo a través de la pena de muerte para justificar la venganza. En ningún momento los asesinos muestran arrepentimiento por lo que han hecho.

 

Un libro altamente recomendable y una de las cumbres de la novela de carácter periodístico del siglo XX.

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