Emile Zola es el máximo representante del movimiento naturalista en Francia. Sus novelas tratan de definir las condiciones sociales en las que se mueven los protagonistas y que determinan su destino. Así es. El determinismo es uno de los elementos que definen el naturalismo Zola se basó en la obra de Claude Bernard, célebre fisiólogo, para exponer cómo la herencia genética influye y determina la vida de los protagonistas. El determinismo es un movimiento que tiene una amplia historia. Ya Platón, en su diálogo las Leyes establece que el ser humano es como un juguete movido por los dioses, que determinan su papel. Aristóteles era determinista. Demócrito también defendía el determinismo de sus átomos que se mueven en el vacío infinito. Leibniz, en su Teodicea estudia los sistemas deterministas que le han precedido. Hume también defendía la doctrina determinista, y por lo tanto negaba la libertad humana. En su caso hace a Dios responsable de todas las acciones de las criaturas, pues Dios es el primer término de la serie, autor de todo lo demás. Schopenhauer defiende esta visión de la negación de la libertad como la única verdadera, ya que son los motivos los que determinan las acciones. Priestley dijo que después de mucho meditarlo, llegó a la conclusión de que el determinismo es la única opción real. En la novela de Naná, la menos naturalista de las novelas de Zola, la protagonista tiene una tara hereditaria que la determina a actuar de una manera particular. Naná se dedica a tontear con todos los hombres de las altas esferas, de la nobleza, para conseguir sus propósitos. Se trata de una mujer a la que no le importa destrozar los corazones de los hombres, en tanto en cuanto su nivel de vida no decaiga. Es una actriz de espectáculos de un teatro de variedades, donde se dan cita cada noche los personajes más singulares de la sociedad parisina. Un periodista; un conde casado que se convierte en el amante de Naná; un empresario alemán llamado Steiner que también la corteja; un joven llamado Fontan con el que Naná se va a vivir durante un cierto tiempo pero que la maltrata físicamente. La novela es una presentación de cuadros de la sociedad de la época, donde aparecen representadas todas las clases. En ella se ven las diferencias entre los miembros de la alta sociedad y el pueblo, pero cada personaje tiene una virtud que lo caracteriza. Como en las novelas de Dickens o de Conrad, los personajes son tridimensionales, aunque se ciñen a su lugar natural. Asistimos con alegría a ver cómo Naná cuida de su hijo, que ha dejado a cargo de su tía, y comprendemos el buen corazón de algunos de los protagonistas ante las adversidades que la vida les va imponiendo. Según el determinismo, no hay ni un solo hecho posible en el universo. Todo ha sido planeado desde la eternidad a seguir un modelo ejemplar, que se encuentra en la mente divina y que Dios instituye mediante su voluntad. Felizmente para nosotros en ese orden se encuentra esta novela de Zola, tal vez no la mejor, pero sí la más representativa, cuya lectura es deleitable.