La crítica suele elegir a un escritor determinado como representante de un país. En Inglaterra tenemos el caso de Shakespeare, el menos inglés de los escritores ingleses. En España se podía haber elegido a Quevedo, hombre universal y de amplia cultura, pero el seleccionado ha sido Cervantes. En Francia, el más literato de los países, se suele preferir a Hugo entre el resto de los escritores, pero también Flaubert o Stendhal podrían resultar los escogidos. En Italia se representa a la literatura con Dante y su infinita Comedia. En Alemania, el elegido es Goethe, que mostró la dulzura del idioma alemán. El Werther es la obra de juventud de un hombre de genio. Goethe fue literato, botánico, filósofo y artista. Se trata del artista total. El argumento de Werther es el inicio del Romanticismo. Es bien sabido que Goethe empezó el movimiento del Sturm und Drang, para luego decantarse por el clasicismo de Weimar, junto a la figura de Schiller. Goethe escribió esta obra con tan solo veinticuatro años, y podemos decir que muchos autores alemanes que después conocieron al autor en vida sólo habían leído esta obra suya. Werther, un joven alemán educado y culto, conoce a Charlotte, Lotte, e inmediatamente se enamora de ella. La novela discurre de forma epistolar bajo la narración de los sentimientos del pobre Werther, incapaz de ser correspondido, pues Lotte ya está comprometida con otro hombre, Albert. Ante una situación tan desesperada, Werther decide apartarse de Lotte. La correspondencia entre ellos continúa. Finalmente Werther regresa cuando Lotte y Albert ya se han casado. Se forma un trío de amistad y amor entre los tres personajes. En una manifestación de amor eterno, parecido al del divino Hacedor, Werther besa a Lotte en los labios, tras lo cual ésta le pide que se marche. La situación se vuelve cada vez más tensa, hasta que llegamos al inexorable final. Werther le pide a Albert sus pistolas, que son entregadas por Lotte. Sólo uno de los dos puede amarla y quererla para siempre, por lo que Werther decide suicidarse. En el escenario se encuentran un ejemplar de Emilia Galotti de Lessing, y una botella a la que le falta la cantidad de un vaso de vino. El final del Werther supuso una ola de suicidios en masa en Alemania. Lugones ha escrito que el hombre es dueño de su vida y también de su muerte, por lo que tiene derecho a suicidarse. Mainlander, en su Philosophie der Erlösung (filosofía de la redención) habla del suicidio de Dios, que ávido de no ser, se destruyó en los principios del tiempo. Su muerte dio lugar al nacimiento del universo. Todo tiende al no ser, según Mainlander. Espeusipo o Hemingway bien pueden ser imágenes de ese Dios muriente. Werther fue escrito en 1774. Por aquellos años Jean Paul hablaría de la muerte de Dios, y décadas después sería secundado por Nerval. Al terminar de leer el Werther sentimos que el personaje ha sido creado para su funesto final. Como el Dios de Spinoza, que Goethe tanto valoraba, Werther es tan sólo uno de los modos de la divinidad, que nace para morir, pero su muerte permanecerá en la eternidad.