Esta breve novela encierra muchas maravillas y su autor, Ramón J Sender, alcanzó la fama con ella. Luego llegaría la inmortalidad. Como Steinbeck en la perla, como Hemingway en el viejo y el mar, como Conrad en el duelo, esta obra ha pasado a la eternidad. Su argumento es bien sencillo. Trata de la relación entre Paco, el protagonista de la obra, y el cura Mosén Millán, verdadero eje vertebrador del relato. Hay personajes secundarios que difícilmente son olvidables, como el zapatero o la Jerónima. Lo cierto es que durante su lectura he presentido el trágico final, rememorando crónica de una muerte anunciada de Gabriel García Márquez. También he sentido el engaño y la traición de Mosén Millán, y he recordado san Manuel Bueno, mártir, del inolvidable Unamuno. Novela ambientada al inicio de la guerra civil española, narra el trágico suceso que acontece a Paco el del Molino, tras intentar recuperar unos terrenos pertenecientes a un duque de la región. La acción transcurre en un pequeño pueblo aragonés. El cura recuerda los sucesos al celebrar una misa por el aniversario de la muerte de Paco. Casi nadie acude a esa misa, salvo tres personajes que son en cierta medida culpables de lo sucedido. Mosén Milla hace una serie de flashbacks al ver determinadas escenas, como el potro que corre por los prados libremente. Todo esto le hace caer en el remordimiento, pues se siente culpable de la muerte de Paco. Él lo bautizó y lo casó, eran íntimos amigos, pero en el momento decisivo lo traiciona revelando su paradero. La novela es una crítica al posicionamiento de la Iglesia católica durante la guerra civil, que se ubica a favor del bando nacional. También en la II guerra mundial el Vaticano hizo oídos sordos a los campos de exterminio nazis y al holocausto judío. La novela no tiene más análisis que el de la descripción dura de la realidad. En ciertos momentos la prosa me ha recordado a la sencillez de Delibes. Al final podemos entrever el arrepentimiento del cura: “Ahora yo digo en sufragio de su alma esta misa de réquiem, que sus enemigos quieren pagar”. Spinoza condenó el arrepentimiento, por considerarlo una forma de la tristeza, pero el Dios bíblico es un Dios de amor y misericordia, pues como dice el salmista, el fundamento del mundo es la misericordia. Sólo un Dios que entregó a su Hijo para salvar a sus enemigos puede perdonar el pecado de Mosén Millán.
Ramón J Sender inició los estudios de Filosofía y Letras, que no acabaría. Decepcionado con el movimiento anarquista, se unió al comunismo, del que después renegaría. En 1942 se instaló en Estados Unidos, donde impartió clases de literatura. En toda su obra existen elementos comunes, como la preocupación por lo que subyace al devenir histórico (esto es herencia marxista), y el estudio de la naturaleza humana. Su obra va desde obras realistas hasta autobiográficas, incluyendo ensayos y hasta la producción teatral.