Borges

Este libro es un diario acerca de la amistad que durante más de cincuenta años unió a Bioy Casares y a Borges. En él, Bioy analiza lo que discutieron y argumentaron durante ese periodo de tiempo, lo cual es lo mismo que decir que hablaron sobre el universo y todo lo que contiene. En un intento de parecerse al diario que Boswell escribió sobre su amistad con el doctor Johnson, Bioy ejerce como alumno aventajado frente a las tesis de su maestro Borges. Toda la literatura universal está resumida en este libro de más de mil páginas. Como siempre, las obsesiones de Borges salen a la luz: el infinito, el tiempo, la identidad personal, el idealismo, la épica, las mil y una noches, las traducciones de la Ilíada, la inmortalidad y el tiempo cíclico. Borges admite que ha encontrado la felicidad personal en la filosofía de Schopenhauer y en la música verbal de Inglaterra. Recita versos de Wordsworth, Coleridge, De Quincey, Byron, Keats, (al que considera un cursi), Shelley (del que dice que tiende a lo melodramático), el gran Stevenson y su Requiem, Rimbaud, Verlaine o Robert Frost. Considera a éste el mayor poeta moderno estadounidense, junto con Carl Sandburg. Dictamina que Kipling es uno de los mayores autores de todos los tiempos, aunque odiase a Wilde por intrincados motivos. Muestra su pasión por Dostoievski, pero un gran desprecio por el resto de la literatura rusa, de la que parece que no leyó mucha, pues dice preferir Dickens a Tolstoi. Sostiene que Lorca es un poeta menor (lo cierto es que Borges no aguantaba a Lorca porque nunca le perdonó una broma que éste le gastó en Buenos Aires) Cree deducir que toda la obra de Poe se encuentra en Hawthorne. Mallarmé le parece ridículo y cursi. Hölderlin le resulta uno de los mayores poetas de Alemania, sólo superado por el genio de Goethe. Para Borges, la Biblia es el libro por excelencia. Ni siquiera la Divina Comedia es superior a los evangelios. Cristo fue un maestro oral, como Pitágoras y Buda, y esto atrae mucho al autor argentino. Ateo convencido, sin embargo rezaba todas las noches un Padrenuestro por una promesa que le había hecho a su madre, católica devota. Dice que las nociones de cielo e infierno de la modernidad proceden de los argumentos de Swedenborg y de sus visiones ultraterrenales.

 

Bioy Casares siempre se preció de ser el mejor amigo de Borges. Sin embargo, también es cierto que siempre estuvo a su sombra. Trabajaron y colaboraron juntos en distintos proyectos, pero la fama se la llevó Borges, que era la mano maestra del dúo. Borges siempre sintió una gran admiración por la obra de su íntimo amigo, y casi nunca la criticó. Así por ejemplo en el prólogo a la invención de Morel Borges es contrario a la opinión de Ortega y Gasset de que la novela actual psicológica ya se agotó con Balzac. Nada más lejos de la realidad. El mismo Borges creó caracteres inmortales y de una profundidad psicológica impresionante, como es el personaje de Emma Zunz.

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