Brecht: ensayos y conversaciones

Voy a reseñar un libro de Bertolt Brecht escrito por Walter Benjamin, difícil tarea pues reconozco que no he leído nada de ninguno de los dos autores. El libro es un ensayo sobre la obra más representativa de Brecht, en la que se tiene también en cuenta su poesía. Digámoslo claro. Brecht es un autor marxista que aplica el método comunista a sus obras. Es el creador del teatro épico, en contraposición a Aristóteles y su teoría del teatro clásico, en el que un héroe sufre la transformación a través de la catarsis. Nada de esto se encuentra en Brecht. Lo predominante son las acciones y no los caracteres. Brecht, como buen marxista, es heredero de Hegel y de su método dialéctico que se desarrolla por tríadas. Siempre siguió la máxima hegeliana de que la verdad siempre es concreta. Es famosa la respuesta de Brecht cuando le preguntaron lo que significaba para él robar un banco, a lo que adujo que es mucho más ladrón el que lo funda. El inconsciente ideológico de Brecht es marxista en todos sus estratos, aun en sus obras más famosas como madre coraje. Brecht prevé el inminente alzamiento de los nazis en la Alemania de la república de Weimar. En la propaganda nazi se puede aplicar la frase que Kafka emplea en el proceso. “La mentira se convierte en orden universal.” Pero ante todo este es un libro de Benjamin. Como Larra, como Mainlander, Benjamin se suicidó al ser perseguido por la Gestapo. No pudo ver el reino del terror de los nazis. Como judío estudió la cábala con Gershom Scholem. Sus estudios se centraron principalmente en la obra como manera de ser de la tecnología. Su pensamiento corresponde a la escuela de Frankfurt. Su pensamiento inmortal le supuso un hueco en la teoría estética y el análisis del marxismo. Brecht sí pudo ver el horror de los nazis, pues murió en 1956. Benjamin murió en 1940, ya iniciada la segunda guerra mundial, pero aún se desconocía la existencia de los campos de concentración. Hay literatos que están unidos por el tiempo y por el espacio, como Mallarmé y Wilde. Otros son la perdurable influencia de un autor en otro, como Poe en la obra de Baudelaire. Hay pensadores esencialmente iguales, aunque su pensamiento difiera en algunos temas. Así Schopenhauer y Kant beben de la misma fuente: Berkeley, que bebe de Locke. En la cadena infinita de causas y efectos conocemos tan sólo unos pocos eslabones. Esos eslabones nos conducen a una serie infinita o a un Dios que detiene la serie. En el caso de Brecht y de Benjamin no hay Dios, por lo que la serie infinita triunfa. También es infinito el parecido entre la obra de estos dos grandes escritores. Casi podría decirse que son el anverso y el reverso de una misma moneda. Tal vez los dos fueran un solo poeta, o formas momentáneas de un ser superior. Pero los dos nos hacen mejores lectores y nos dejan un sabor de boca agridulce con sus escritos.

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