Es este un manifiesto a favor del conocimiento inútil, ese conocimiento no técnico ni científico que parece absolutamente inservible como es el caso de la literatura y la filosofía, los clásicos, las letras y la filología. En este ensayo Nuccio Ordine nos sumerge en bellas citas y teorías de escritores clásicos para hacer una defensa del conocimiento inútil. Aristóteles sostiene que toda la filosofía y el comienzo del pensamiento nacen del asombro. El asombro de ser en el tiempo, el asombro de contemplar las maravillas de la naturaleza e inquirir por una causa última que justifique dicho orden. Dice Diderot:”se desdeña todo aquello que no es útil” porque “el tiempo es demasiado precioso para perderlo en especulaciones ociosas” Flaubert, en su Diccionario de lugares comunes define la poesía como “del todo inútil” porque “está pasada de moda” y al poeta como sinónimo de “lelo y soñador” Sin embargo Hölderlin sostiene que lo que permanece lo fundan los poetas. Wallace Stevens dice que una vez se ha dejado de creer en Dios lo que nos redime es la poesía. Y Edmond Rostand hace decir a su Cyrano:
¿Qué decís? ¿Que es inútil? Ya lo daba por hecho
Pero nadie se bate para sacar provecho.
No, lo noble, lo hermoso, es batirse por nada.
Wilde, quizás acordándose de aquel célebre verso de Voltaire “lo superfluo, cosa muy necesaria” en su prefacio a la obra el retrato de Dorian Gray dice: “todo arte es completamente inútil” El Pseudo-Longino en su tratado Sobre lo sublime denuncia todo beneficio que se saca del conocimiento. “La avaricia es, ciertamente, un mal que envilece.” También Giordano Bruno atribuye al amor por el dinero la destrucción del conocimiento y de los valores esenciales sobre los que se funda la vida civil. George Bataille dice en su obra el límite de lo útil que “el capitalismo no tiene nada que ver con el deseo de mejorar la condición humana.
En la primera parte del ensayo se habla de la útil inutilidad de la literatura. Así es. No hay conocimiento que sea completamente inútil. ¿Qué sería de nosotros si no conociésemos los clásicos y las obras de los pensadores de la antigüedad? ¿Qué clase de juicios críticos podríamos formar sin el saber de las letras puras y meramente humanista? Hay quienes dicen que saber latín y griego no sirve para nada en nuestra sociedad actual. Yo prefiero pensar que alguien que sabe latín y griego es capaz de sumergirse en las obras de Virgilio y de Ovidio, en los tratados de Aristóteles y en los diálogos de Platón. Para Aristóteles, el saber carece de utilidad práctica. En el Teeteto, Platón evoca el mito de Iris (la filosofía) hija de Taumante (la admiración). Kant habla en su crítica del juicio que “el gusto por lo bello es la única satisfacción desinteresada y libre, pues no hay interés alguno, ni el de los sentidos ni el de la razón que arranque el aplauso.”
En definitiva se trata este de un ensayo de valores éticos y humanos, una defensa del saber universal frente al tecnicismo que nos acecha en la postmodernidad. Frente a los recortes en educación sólo podemos enfrentarnos de una manera. Acudiendo al conocimiento de los textos clásicos y reinventando sus teorías para avanzar en la búsqueda de la verdad.