Knut Hamsun forma junto con Strindberg e Ibsen la tríada de los escritores nórdicos. Recibió el premio nobel en 1920. Es controvertida su posición frente al nazismo. En su novela más prestigiosa, hambre, trata de la vida de un artista que no tiene medios para vivir y que mendiga en las calles de Christania, un lugar fantástico donde moran seres de incomparable parangón. En ningún momento de la novela se nos define al personaje protagonista ni sabemos cuál es su verdadero nombre. El libro puede encauzarse dentro de la corriente naturalista que Zola concibió en el siglo XIX. El personaje principal es un cúmulo de contradicciones, ya que lo mismo se arrepiente y llora sin motivo que se enerva contra Dios y su omnipotencia. Se le podría tildar de esquizofrénico. Tiene períodos de extrema alegría y otros de una tristeza pasmosa. El personaje encuentra el amor en lo que parece ser una prostituta. Como Raskolnikov, se siente redimido y justificado por este amor femenino. Podemos decir, junto con Shaw, que el personaje central ha dejado atrás el soborno del cielo. Compone artículos de diferente índole para un periódico local. No cabe duda de que Knut Hamsun es uno de los grandes escritores de la literatura universal, aunque poco conocido por los lectores españoles. Su fuerza es comparable a la de Joyce, Dostoievski o Virginia Woolf. Su influencia se dejó sentir en escritores como Thomas Mann o Kafka. Esta obra, que data de 1890, nos muestra el lado salvaje de la naturaleza humana. La prosa fluye con admirable maestría y los sucesos se encadenan como en un engranaje. A veces sentimos la pobreza del personaje y su desesperación. Otras veces sentimos lo estúpido que puede llegar a ser con su actitud altiva y pedante. Los continuos paseos a través de la ciudad nos recuerdan la figura del flaneur creada por Baudelaire, el paseante que experimenta la ciudad con sus paseos.
Los personajes secundarios son planos y bidimensionales, no hay una pasión concreta que los caracterice. No estamos en una novela de Conrad o de Dickens. La situación está por encima del carácter del personaje, como en las novelas de Henry James. A veces la personalidad un tanto psicótica del personaje nos desconcierta. No sabemos bien lo que piensa o como actúa. ¿Estamos ante un enfermo mental? Yo diría que no, sólo nos encontramos con un personaje que sufre de abulia y anhedonia. No siente el placer como una persona normal, sino de forma distorsionada. A veces parece que lo que leemos es una Bildungsroman del romanticismo más clásico de Goethe. En definitiva se trata de una novela muy abierta con distintas interpretaciones, entre ellas cabría destacar la del psicoanálisis. El inconsciente se habría manifestado de forma patológica como sostiene Henry Ey. Esto daría lugar a las raras conductas del personaje cuya esencia no llegamos a definir de forma estable. La lectura de este libro causará gratas impresiones en el lector que se adentre en sus deleitosas páginas. Una obra completamente recomendable.