Michel Onfray define a Jean Meslier, el autor de memoria contra la religión, como el padre del ateísmo. Se da la paradoja de que Meslier fue cura hasta el fin de sus días, pero por la noche escribía las páginas de esta singular obra donde se defiende un materialismo ateo, se dan pruebas de la inexistencia de Dios y se hablan de las locuras e imposturas de la religión cristiana. Muy citado por Voltaire y el barón d´ Holbach, Meslier niega que existan los milagros, niega la providencia divina, niega que Dios sea un ser infinitamente bueno e infinitamente sabio, pues de ser así, en el mundo no habría ninguna clase de maldad, sufrimiento ni dolor. El problema de Epicuro se torna fundamental en Meslier. Si Dios quiere y puede impedir el mal, ¿por qué existe? Si quiere pero no puede, no es omnipotente. Si puede pero no quiere, no es bueno sino un ser malévolo. Y si ni quiere ni puede no debería ni siquiera ser llamado Dios. Para Meslier, el ser no pudo ser creado, sino que existió desde toda la eternidad y este ser es la materia. La imposibilidad de que el tiempo, el espacio y la materia hayan sido creados demuestra que no hay creador, sino sólo materia en movimiento que produce todo lo que existe. Este materialismo radical es el que defenderá La Mettrie y d´Holbach en su sistema de la naturaleza.
Meslier también niega la posibilidad de los milagros de Jesús y los compara con algunos milagros de las mitologías paganas. Sostiene que todo es ficción y quimeras de la mente humana. Parece que Meslier no tenía ninguna clase de duda al negar la existencia de Dios. Asimismo niega la trinidad, la que define de impostura, y con argumentos de las sagradas escrituras demuestra las contradicciones que tiene la Biblia.
Este libro debe estar dentro de los libros de cabecera de todo pensador ateo. No he encontrado un pensamiento tan radical en un filósofo francés, y sólo puedo compararlo con las ideas de Hume acerca de Dios y el universo. Más tarde vendrán Schopenhauer y Nietzsche, pero la fuerza de los argumentos de Meslier son incontestables. Se trata de un libro de extraordinaria vigencia, por todo lo que supone el estudio de Dios y del cristianismo. Kant dio el último golpe a la metafísica y negó a Dios en su crítica de la razón pura, pero afirmó la existencia de Dios y de la inmortalidad del alma para defender el sistema moral que nos rige. Para Meslier, como para Hume, el alma humana no existe. No hay vida después de la muerte. Salimos de la nada y a la nada volveremos. El cielo y el infierno son ficciones de la religión para atemorizar al pueblo. Dios, de existir, es un ser malvado que ha permitido que se cometa el pecado original cuando podría haberlo impedido con su sabiduría y omnipotencia. Y el sacrificio de su hijo Jesucristo es tan sólo una prueba más de lo que Yahveh representa. Un ser celoso y cruel.
Lectura entretenida y amena, de un autor que no conocía. Un poco largo y reiterativo pero consigue transmitirnos sus principales ideas.