Cartas a Theo

El género epistolar ha sido a menudo empleado por diversos literatos. Pensemos en las cartas de Keats a sus hermanos; en la correspondencia intensa de Byron durante las guerras de Grecia; en las misivas de Leibniz a Arnauld o las cartas de Descartes. Fijémonos ahora en las cartas que Van Gogh envió a su hermano Theo, una de las cumbres de la correspondencia artística de todos los tiempos. Van Gogh se suicidó víctima de la esquizofrenia que condicionó toda su vida. No vendió ni un solo cuadro en vida, pero el 17 de junio de 1953, un cuadro de Van Gogh se vendió por 35 millones de francos, mientras que uno de Rembrandt se vendió por 23 millones y uno de Rafael por 15. Como Rousseau y Baudelaire, Van Gogh intuyó que la vida era un fracaso y lo sintió profundamente. Fue un ávido lector de algunos clásicos: Shakespeare, Dickens, Victor Hugo figuran entre sus autores predilectos. Tenía en alta estima la Biblia, e incluso intentó ser misionero. Prueba de ello son algunos estudios sobre diversos pasajes bíblicos. Tuvo una influencia muy grande de distintos artistas y corrientes. Escribe: “el arte inglés me resultaba poco atractivo al principio, debido a que necesita un proceso de adaptación.” Entre sus pintores predilectos estará Millet, al que llama el padre Millet. Nadie como él ha sabido captar mejor la miseria y la realidad de la existencia. Otro de sus maestros fue Rembrandt, al que diviniza en sus cartas. En busca de la fe, dijo que sólo hay que hacer como si estuviéramos seguros para jamás ser confundidos. “Es muy bueno querer tanto como se pueda, porque la auténtica fuerza reside ahí, y el que mucho quiere lleva a cabo grandes cosas y se siente capaz, y está bien hecho todo lo que se hace por amor”. Esto nos recuerda un tanto a la tesis de Spinoza de que cuanto más conocemos las cosas singulares, más nos acercamos a la divinidad. Hay reflexiones realmente profundas en este libro: “si logramos perfeccionarnos en una sola cosa y la entendemos bien, por añadidura adquirimos el conocimiento y la comprensión de muchas otras cosas”. Las influencias de Van Gogh son múltiples: Delacroix, Millet, Velázquez, Rembrandt…Siempre fue un ser atormentado por el sufrimiento, pero por las tinieblas alcanzó la luz de sus cuadros. Define el arte de la siguiente manera: “el arte es el ser humano añadido a la naturaleza” Podemos decir que el arte perfecciona la naturaleza, que es el ser humano el que perfecciona los fallos o defectos de la naturaleza con su inteligencia. “Existe algo de Delacroix en Victor Hugo, de Rembrandt en Shakespeare y de Correggio en Michelet”. Afirma que no sabe vivir sin la existencia de la nostalgia. El mal, como declararan Dionisio Aeropagita y San Agustín, no procede de Dios. “Pienso que todo procede de Dios y que todo lo que hay de feo y de malo en las obras de los hombres, no es de Dios y Dios tampoco lo encuentra bien.” Para Van Gogh, el amor y la vida son la misma cosa. “Es necesario haber querido, después perder el amor y posteriormente volver a amar aún”

En conclusión, un libro de muy grata lectura para todos aquellos amantes del arte que quieran desentrañar las pasiones de Van Gogh, sus ideas, sus influencias, sus emociones, en una palabra, su vida. Victor Hugo dijo: “Dios queda, las religiones pasan”. Van Gogh ha muerto, pero su espíritu perdurará para siempre en sus cuadros inmortales.

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