El hombre sin atributos

Esta novela inacabada de Robert Musil, la novela más importante del siglo XX escrita en el melódico idioma alemán, es un intento de explicación total de la realidad. Bajo mi punto de vista, este libro no tiene nada que envidiar al Ulises de Joyce o a la montaña mágica de Thomas Mann. Curiosamente hace unos días terminé de leer la novela Doktor Faustus de este autor y he encontrado ciertos paralelismos con la obra de Musil. El libro en sí trata de describir el fin de la modernidad y el comienzo del fin del mundo y la sociedad occidentales. La obra de Mann es una reescritura del famoso mito del doctor Fausto, que vende su alma al diablo a cambio de obtener el conocimiento supremo. Como bien sabrán mis lectores, la tragedia de Fausto fue una obra de teatro escrita por Christopher Marlowe, en la que el protagonista acaba condenado en el infierno. Goethe retomaría este mito para su Fausto, pero por el contrario, Fausto se salvaría ya que su protagonista no buscaba el conocimiento supremo sino el amor. Si tuviese que resumir en una sola palabra el mensaje de “el hombre sin atributos” diría que es la autodestrucción. La autodestrucción del individuo, de UIrich, que utiliza su inteligencia matemática para utilizar a las mujeres que de él se enamoran. Jung dijo que el Ulises de Joyce era un símbolo del fin del mundo. Personalmente, la novela de Musil me parece más interesante y legible que el libro amorfo que es el Ulises, que a veces se define como un naufragio en el que algunos restos salen a flote, mientras otros se han hundido irremediablemente. Parece que esta novela, escrita durante plena Segunda Guerra Mundial, entrevé y anticipa el mundo en el que nos movemos hoy en día en pleno siglo XXI. El libro trata de dar un sentido total al cosmos, es como el último coletazo de la modernidad. De alguna forma podría definirse como la Gesamtkunstwerk de Wagner. El problema de la obra total es que es inacabable. Bouchard y Pecuchet, posiblemente la obra maestra de Flaubert, está inacabada porque es un intento de sintetizar la totalidad de la vida en dos personajes. En la historia de la literatura hay novelas que han tratado de explicar el sentido del mundo. Pienso en la Divina Comedia de Dante, en el paraíso perdido de Milton, en Moby Dick de Melville, de alguna manera en los miserables de Victor Hugo. La postmodernidad ha introducido en nuestras vidas la incertidumbre de todo lo que nos acontece. El pluralismo y el perspectivismo han traído con ello el diálogo abierto y el que, como afirmó taxativamente Nietzsche, no haya hechos, sino sólo interpretaciones. La vuelta a Protágoras tiene consecuencias buenas y malas. Las buenas, la eterna duda y el cuestionamiento de todo lo que existe, un cierto escepticismo moderado, lo cual siempre es sano. La mala, la muerte de algunas certezas, las relaciones superficiales, la falta de sentido, la pérdida del orden, el caos y el azar y la deriva del hombre en la Tierra. Desde Hegel, no ha vuelto a haber un sistema que trate de integrarlo todo. Entiendo que si por una ideología se han producido dos guerras mundiales y el Holocausto, no se busquen los absolutos y la razón sólo se emplee de forma instrumental, como vieron Adorno y Horkheimer. Sin embargo, esto tiene por otro lado peligrosas consecuencias. La falta de moral, la ausencia de valores y principios, la victoria, espero que tan sólo de forma temporal, del mal sobre el bien.

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