Borges esencial: una hipótesis personal de lo que Borges podría haber sido y no fue

    Hace ya algunos meses recibí por mi cumpleaños un regalo que me sorprendió gratamente. Se trataba del libro “Borges esencial”, una edición especial por el treinta aniversario de la muerte de Borges. En este libro están recopiladas las obras esenciales de Borges, aunque no completas, salvo las colecciones de cuentos “el Aleph” y “Ficciones”. Viene gran parte de su obra poética, así como de su obra ensayística, con varios ensayos de “Otras inquisiciones” y algunos de los ensayos de “nueve ensayos dantescos”, ese estudio magnífico de crítica literaria acerca del clásico por excelencia que es la Divina Comedia.

    Mi objetivo en esta reseña, o más bien reflexión, es algo distinto. No voy a comentar la obra literaria de Borges, ni a calificarla de obra maestra, lo cual es evidente por si mismo, como un axioma de las matemáticas. Quiero hablar en esta ocasión de la labor traductora de Borges, de los idiomas que dominaba y, lo más importante, esbozar una ucronía de qué podría haber ocurrido si Borges no se hubiera quedado ciego y si hubiese aprendido otros idiomas aparte de los que aprendió. ¿Habría sido distinta su obra? ¿habría sido más o menos universal? ¿mejor o peor?. Voy a conjeturar con variables desconocidas un futurible que sólo Dios conoce. Me aventuro a ello con temor, dudas e ignorancia.

    Estudiemos los datos biográficos. Borges se crio en un ambiente de libros y desde niño fue bilingüe, pues durante su infancia se hablaba en la casa familiar inglés y español. Los únicos estudios reglados y oficiales de Borges fueron sus años en Ginebra, donde estudió el bachillerato. Allí narra que estudió latín, y que comprendió que si dominaba esa asignatura y esa lengua, el resto de materias eran secundarias. Por supuesto, durante su estancia en Ginebra aprendió el francés a la perfección, aunque no era un idioma que le apasionara, como él mismo declararía muchos años después en varias entrevistas. En 1917 tiene lugar la Revolución Rusa, y Borges, como joven apasionado, se lanza a abrazar las ideas revolucionarias, pero al poco deja de creer en ellas. Es normal que un joven quede perplejo ante las ideas políticas que preconizan la abolición de la propiedad privada y la igualdad de todos los hombres. Debido a este arrebato pasional, Borges acomete el estudio del ruso. Sabemos que abandonó la tarea por la dificultad de la empresa. Entonces decide aprender alemán por su cuenta, labor titánica pero que sí logrará completar. El grado de complejidad entre el alemán y el ruso es sustancial. El ruso requiere aprender otro alfabeto, el cirílico, de bastante dificultad para una persona que maneja el alfabeto latino. Aparte de esto, la gramática rusa es una de las más difíciles de aprender para un no nativo, debido a los tiempos verbales y a la gran cantidad de excepciones a las reglas de la morfosintaxis. El alemán, por otro lado, es una lengua compleja, pero es el mismo alfabeto, y una vez dominada la gramática, es analítica y ordenada, como una operación matemática. Borges emprende el estudio del alemán con un diccionario bilingüe alemán-inglés y empieza leyendo a Heine, poeta con un vocabulario sencillo y accesible. Al cabo de dos meses, Borges dice no necesitar la ayuda del diccionario y ser capaz de leer textos en alemán. Su objetivo era leer la obra principal de Schopenhauer “el mundo como voluntad y representación” en el original. Una vez leída, luego vendrían Goethe, Schiller, Kafka y tantos otros. (Cuenta Borges que cuando pudo leer en alemán sin ayuda del diccionario se puso a llorar de la alegría y la emoción)

      Aparte de poder traducir y leer del inglés, francés y alemán (y del latín, siempre con la ayuda del diccionario) ¿Qué otras lenguas llegó a aprender Borges? Sabemos que era capaz de leer el italiano (leyó la Divina Comedia en el original, en varias ediciones, y cuenta que la de Momigliano es la mejor de todas). No obstante, acudía a traducciones inglesas (la de Longfellow principalmente). También dice haber leído a Camoens y a Eça de Queirós en portugués. Entendemos que una persona con tal facilidad para los idiomas bien puede entender la lengua portuguesa, tan parecida al español en la forma de las palabras. Ya estando ciego, Borges se adentra con el estudio del anglosajón y del islandés para tener acceso a las sagas del Norte. El islandés es considerada como una de las lenguas más complejas debido a que apenas ha sufrido modificaciones por su aislamiento y condición de isla apartada, y desde la conquista por parte de los noruegos en plena Edad Media, existe de forma autónoma, sin influencia de vocablos extranjeros. Borges sabía de memoria versos en anglosajón (lengua muerta) y en islandés. Como anécdota final, en una conferencia que María Kodama dio en Granada en 2012, en el Palacio de los Condes de Gabia, contó que Borges, ya estando a punto de morir por el cáncer, unas semanas antes de su fallecimiento, empezó a estudiar árabe con un profesor privado. María Kodama contó un detalle conmovedor y entrañable. Como Borges estaba completamente ciego, Kodama cogía la palma de su mano y le transcribía el alfabeto árabe, describiendo las formas de las letras a través del tacto, que los ciegos suelen tener más desarrollado.

     Hasta aquí, los idiomas que Borges estudió, los que hablaba con soltura (inglés y francés) y los que traducía. La labor traductora de Borges fue amplia, traduciendo a Faulkner (tarea nada sencilla) a Melville (su traducción de Bartleby el escribiente es sencillamente magistral), a Auguste Villiers de L´Isle-Adam, a Kafka y a algún otro autor del que ahora no quiero acordarme. (Se cuenta que Borges tradujo obras del japonés en colaboración con María Kodama. Esto es verdad a medias. Borges tenía nociones de japonés al estar en contacto con Kodama, de padres japoneses y conocedora del idioma. Las supuestas obras traducidas en colaboración fueron seguramente traducciones de Kodama que Borges cotejaba con traducciones inglesas de traductores especializados en las culturas de Oriente. Aunque aparecían como colaboraciones, es casi seguro que era Kodama la que traducía y la que revisaba las traducciones)

    Y ahora viene la formulación de mi hipótesis. Borges siempre sintió una admiración y veneración por la Grecia clásica, sobre todo por su literatura arcaica (Homero principalmente) y por la filosofía (tanto los presocráticos como Platón y Aristóteles y el helenismo posterior). Borges llegó a decir que “todos somos griegos en el exilio”. Entonces, mi pregunta, ¿por qué Borges no aprendió griego clásico? En su vida manifestó una pasión sin medida por la Ilíada y la Odisea. Dice que su desconocimiento del griego le llevó a consultar las distintas traducciones que se habían hecho en Inglaterra (las famosas de Chapman y Pope, las traducciones hechas en prosa por Lawrence y Butler y Andrew Lang), la francesa de Leconte de Lisle, y alguna que otra alemana. Su amigo Alfonso Reyes, conocedor del griego clásico, le entregó una copia privada firmada y dedicada de su traducción hasta el canto IX de la Ilíada al español. Lo más increíble del asunto es que en una conversación privada con Bioy Casares, Borges afirma que la traducción de Reyes no es buena. ¿Cómo puede hacer Borges semejante aserto si desconocía por completo la lengua griega? Tal vez por haberla cotejado con las traducciones inglesas, principalmente, Reyes no habría sabido trasladar el ritmo al español. ¿No es demasiado aventurada esta aseveración? Sabemos que las mejores traducciones del griego clásico son las alemanas. Borges tenía acceso a ellas, a los comentarios eruditos. Otra anécdota es que quiso escribir un libro sobre los presocráticos con una escritora, pues a Borges le apasionaban las ideas de la génesis del universo y los mitos griegos, las cosmogonías y el funcionamiento del cosmos. La escritora le preguntó si sabía griego. Borges le respondió que nada. ¿Cómo pretendía Borges hacer un libro de un tema sin tener acceso a las fuentes directas? El proyecto no se llevó a cabo. Y ahora sí, postulo mi hipótesis. ¿Por qué Borges no aprendió griego clásico si Grecia era una de sus pasiones más profundas? Puedo conjeturar dos alternativas: o bien no tenía capacidad para aprender el griego (lo cual es muy improbable), o bien él mismo sabía que si se adentraba en profundidad en el estudio del griego podría perderse en el laberinto como Teseo y no salir de ahí, dejando de lado el estudio de otras literaturas y culturas. Parece que Borges tenía nociones de griego clásico, y me siento inclinado a pensar que no lo estudió más en profundidad por las razones que acabo de mencionar más arriba. Al fin y al cabo, Grecia no ha dado un gran escritor desde la época clásica y Borges quería conocer otras culturas. La veracidad de mi hipótesis propuesta la argumento con el hecho de que Borges sabía latín a la perfección, lo cual le habría facilitado y mucho el estudio del griego. Si bien es cierto que el griego clásico es complejo, sobre todo por las tablas y conjugaciones de los tiempos, una de las satisfacciones más grandes que he tenido es poder leer y entender una frase de Aristóteles en original (Ahora mismo estoy aprendiendo griego clásico y repasando el latín, ya oxidado desde mis tiempos del instituto). Creo que Borges comprendió que no le merecía la pena dominar el griego, el tiempo que tendría que invertir sabiendo que se iba a quedar ciego y que la literatura griega tiene, como la latina, un periodo muy limitado. ¿Fue bueno que Borges no supiera griego para nosotros, los lectores? Creo que sí. De haberse metido de lleno con Grecia, Borges tal vez no habría sido un germanófilo ni un anglófilo. No habría leído con tanta fruición a Shakespeare, a Milton, a Johnson, a Baudelaire, a Hugo, a Voltaire, a Goethe, a Schiller, a Schopenhauer, a Kafka, a Ariosto, a Tasso, a Flaubert, a Mallarmé, a Shelley, a Dickens, a Shaw, a Chesterton, a Wordsworth, a Coleridge, a De Quincey y a tantos otros.

     Tal vez si los ojos de Borges no se hubieran apagado a la edad de cincuenta y cinco años, habría aceptado el reto de aprender griego clásico. Un lector voraz como él, que había leído la enciclopedia británica entera, no tenía más que esforzarse y tener constancia. Recordemos que en la vida no todo es actitud, sino muchas veces aptitud. (En Borges se combinaban ambas facetas, voluntad y entendimiento. Y memoria infinita, como su Funes. En Borges las tres potencias del alma estaban orquestadas a la perfección)

    No quiero terminar esta reseña diferente de la posible ucronía de lo que habría sido la obra borgiana si hubiese aprendido la lengua de Platón sin recordar la primera ucronía registrada en la historia escrita. Se trata de qué habría acontecido si Alejandro hubiese realizado su conquista no hacia el Oriente derrotando a los persas de Darío, sino hacia Occidente, luchando contra la naciente Roma. La anécdota está en Tito Livio y en su obra “Historia de Roma desde su fundación”. Tito Livio afirma que Alejandro habría perdido frente a los ejércitos romanos. Nunca lo sabremos. La respuesta seguro que está en la “ciencia media” de Luis de Molina y los futuros libres condicionados en el entendimiento de Dios, pero a los mortales nos está vedada.

    Por último, un agradecimiento a las personas que leen mis reseñas. Hace poco tiempo, una mujer a la que no conozco personalmente me declaró que gracias a mis reseñas y mis reflexiones ella había vuelto a soñar y que la había inspirado a escribir poesía. Ella misma me comunicó que estaba platónicamente enamorada de mí. Otra persona me ha llegado a decir que ha aprendido más conversando en una tarde conmigo que en cinco años de carrera universitaria. A estas dos personas, mi máximo agradecimiento. Me colma de honor recibir estos mensajes de inspiración y de ser un catalizador para la creatividad de los demás. No hay encomio mayor para mí que semejantes declaraciones.

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