Hoy, 12 de octubre de 2025, celebramos otro año más el día de la Hispanidad, rememorando el descubrimiento de América por parte de Cristóbal Colón, un hecho que supuso el final de la Edad Media y la entrada en la Edad Moderna, según la mayoría de historiadores (otros dicen que fue la caída de Constantinopla en 1453 a manos del imperio otomano la que dio comienzo a la Modernidad) En la historia universal, y con esto quiero decir, de Occidente, España ha jugado un papel trascendental. España fue la primera nación que se unificó con el casamiento de Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla, conquistando el último territorio nazarí del reino de Granada, con la rendición de Boabdil. Los Reyes Católicos unificaron todo el territorio de la península española, junto con las islas, pero cada uno era gobernante de su respectivo reino. Isabel en Castilla y Fernando en Aragón. Tras ocho siglos de dominación árabe y bereber, surgía la monarquía autoritaria que daría lugar a la unidad de los territorios y a la conciencia nacional española. Algunas hispanistas creen que el germen de España, la protonación española ya se encontraba en el reino visigodo con capital en Toledo. España se convirtió en un imperio, temido por el resto de países europeos. En Carlos I de España y V de Alemania, nacido en Gante, coincidieron la corona de España junto con la del Sacro Imperio Romano Germánico. España controlaba gran parte de los territorios de Europa central, como las posesiones en Italia, Flandes, Países Bajos y con el descubrimiento de América las posesiones se extendieron hasta el Atlántico Sur y el Índico. Cuando Felipe II se convierte en rey de Portugal en 1580 con las cortes de Tomar, los territorios portugueses pasan a formar parte también de la corona española. El poderío de España era tan grande que se decía que “no se ponía el sol”. Inglaterra y Francia fueron entre sí enemigas, y a la vez, las grandes enemigas de España. Con el inicio de la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) se iniciaron una serie de conflictos en los que toda Europa estuvo involucrada. Principalmente, estas contiendas tenían un carácter religioso, pero lo que subyacía era la lucha por el poder. En 1643 los tercios españoles son derrotados en Rocroi. Con el final de la Guerra de los Treinta Años en 1648, firmada la Paz de Westfalia, Francia se hace con la hegemonía de Europa. No obstante, España seguiría siendo una gran potencia.
Si hacemos retrospectiva de los grandes personajes que ha dado la historia de España, nos encontramos con el magnífico Gran Capitán, con el no menos genial Blas de Lezo (este oficial de marina español, tuerto, manco y cojo, pues le faltaba un ojo, un brazo y una pierna, derrotó a la marina inglesa durante el asedio británico a Cartagena de Indias en 1741 con tan sólo 3000 hombres frente a la armada inglesa de Jorge II en la Guerra del Asiento, que contaban con aproximadamente unos 30000-35000 hombres y una flota mucho mayor que la española. Dicho resumidamente, Blas de Lezo es quien impidió que hoy en día se hable inglés en prácticamente toda Centroamérica y Suramérica.
Muchos son los héroes y las grandes figuras que ha dado España a la historia. En literatura el Siglo de Oro no tiene nada que envidiar a otras literaturas: Lope de Vega, Quevedo, Góngora, Cervantes, Fray Luis de León, San Juan de la Cruz o Calderón de la Barca son autores que sobresalen y han traspasado las fronteras nacionales. Lo mismo con Velázquez, para mí el mayor pintor no sólo de España, sino posiblemente de toda la historia (tal vez con la excepción del divino Rafael Sanzio). Lo mismo con grandes pensadores que hoy en día nadie recuerda: Domingo de Soto estableció la aceleración constante de los cuerpos en caída libre, un siglo antes del descubrimiento de Newton. Francisco Suárez establece las bases de la modernidad filosófica con sus disputaciones metafísicas (Prácticamente todo Descartes bebe de su obra, que es un compendio de la escolástica. Para ver la importancia que tuvo Suárez, basta citar la famosa frase que pronunció Heidegger sobre su obra: Das ist der Mann “ese es el hombre”, al que había que superar. Suárez amplia la noción de ente a ente posible como el ser que no se contradice en sus términos o en su definición, por lo que amplia la doctrina del ser a todo aquello que sea concebible o no contradictorio en sus notas esenciales. (De aquí derivan los mundos posibles de Leibniz, la noción de posibilidad de Wolff, los estudios de Hegel, etc). Por cierto, el padre Suárez era granadino, como el autor que está escribiendo estas líneas. Fue el gran intelectual que asentó toda la teoría del Concilio de Trento y el gran pensador de la Contrarreforma.
España ha dado otros grandes hombres y mujeres de genio. Pienso en Unamuno, en Baroja, en Azorín, en Emilia Pardo Bazán, en Agustina de Aragón, en María Zambrano, en Ortega y Gasset, en Menéndez y Pelayo, en Severo Ochoa y en Ramón y Cajal.
España ha sido despreciada por sus enemigos, como país ingobernable y caótico. El español es latino y leal, pero en cierto sentido anárquico y desordenado. Cuando Napoleón dijo que España es un país ingobernable, había algo de verdad en ello. El arquetipo del alemán es el del estudioso y ordenado y trabajador. El del inglés, el dandy que es un caballero y un señor elegante y con clase. El del francés, el seductor y el que tiene un espíritu analítico. Al español lo han pintado como vago, mentiroso, engañador, estafador, como un lisonjero y falso. Estas descripciones no sólo son erróneas, sino que no se pueden generalizar. Como dijo Hegel, a quien Brecht tanto citaba: “la verdad siempre es concreta”. No podemos hacer afirmaciones generales sobre temáticas tan complejas y en las que hay implicadas tantas variables. Tratar de definir a una nación implica conocimientos históricos, políticos, geográficos, religiosos y sociológicos. Por eso es absurdo querer explicar el origen de una guerra o el final del Imperio Romano como si fuese una ecuación matemática. Sí he comprobado que, por regla general, el español es envidioso. Se ha llegado a decir que Caín era español. La envidia es uno de los pecados más graves que existen, sólo superado por la soberbia, que es el pecado capital más grave. Por lo general ahora mismo vivimos en una época en la que todo Occidente está sumergido en estos dos pecados. No obstante, cometer estos pecados es humano, pues todos hemos envidiado a alguien o nos hemos creído por encima de alguien en alguna ocasión. Está en nuestra naturaleza humana. Pero yo digo con San Agustín, “errar es humano. Perseverar en el error es diabólico”
Feliz Día de la Hispanidad y del Pilar