El Sacro Imperio Romano Germánico: mil años de historia de Europa

Este libro de Peter H. Wilson es una de las obras maestras de la historia del Sacro Imperio Romano Germánico. En él se analizan los mil años de historia de este Imperio que nunca fue un Imperio como lo concebimos del Romano, del que se suponía heredero. Cuando Roma cae en el 476 y Odoacro manda las insignias imperiales a Bizancio, el Imperio Romano de Oriente sigue existiendo y sigue considerándose el Imperio Romano, cuya división entre Oriente y Occidente ya había realizado Teodosio entre sus hijos Arcadio y Honorio. Con la entrada de los pueblos bárbaros en el antiguo Imperio Romano de Occidente empieza la Edad Media, mal denominada Edad Oscura. Los pueblos bárbaros como los francos y los visigodos se asientan. Los francos de Clodoveo derrotan a los visigodos en la batalla de Vouillé (507) y en esa derrota, donde muere Alarico II, hace que el reino visigodo de Tolosa se traslada definitivamente a la península ibérica. Clodoveo termina convirtiéndose al catolicismo. Pasados unos cuantos siglos, el día de Navidad del año 800, Carlomagno es coronado emperador por el papa León III. En ese momento se produce lo que se ha denominado traslatio imperii, la traslación del imperio romano al pueblo de los francos. Con Carlomagno tiene lugar un renacimiento, conocido como carolingio, en todos los ámbitos culturales. El mayor erudito de la corte fue Alcuino de York. El hijo de Carlomagno, Ludovico Pío, a su muerte, divide el imperio entre sus tres hijos: Lotario, Carlos el Calvo y Luis el Germánico. Después de encarnizadas luchas entre los hermanos, el tratado de Verdún (843) establece la división definitiva entre los tres hermanos y la repartición del territorio. Si bien a Carlomagno se le considera el padre de Europa, este tratado es el nacimiento de las futuras naciones que serán Italia, Francia y Alemania. De hecho, a nivel lingüístico, en el juramento de Estrasburgo, cuando se juró la fidelidad entre los ejércitos de los bandos, se registró por escrito el primer texto en protofrancés y en antiguo alto alemán, (distinguiéndose claramente del latín) las lenguas que con el tiempo se convertirían en el actual francés y alemán. Ya en el siglo X, el Sacro Imperio Romano orbita hacia Germania y se convierte en el Sacro Imperio Romano Germánico, cuando Otón I es coronado emperador por el papa Juan XII. Otón había derrotado a los magiares en 955, en la famosa batalla de Lechfeld. Con la coronación se gesta un imperio que duraría hasta 1806. Cuando los nazis hablan del Tercer Reich se refieren al tercer imperio, siendo el primer Reich el que se fundó en 962 con la coronación de Oton I. El segundo sería el breve de Bismarck, con las guerras franco prusianas. (Anécdota etimológica: historia en griego significa investigación y verificación. Si Heródoto es el padre de la historia, Wilson es el padre de la investigación de la historia alemana).

La historia del Sacro Imperio Romano Germánico es la historia de Europa. La lucha entre el papado y el imperio, que querían imponerse los unos a los otros, dio lugar a la querella de las investiduras, a la doctrina de las dos espadas, a los dictatus papae y la excomunión que recibió Enrique IV por parte de Gregorio VII por no plegarse a la voluntad del pontífice. La teoría era clara. La Iglesia poesía la parte espiritual, y su poder venía directamente de Dios. El imperio tan sólo el cuerpo, o la parte material. Como el alma está por encima del cuerpo y sobrevive a este, el Papa está por encima del Emperador y es el Papa el que corona emperadores. Durante prácticamente mil años de historia, muchos hechos ocurrieron. Los reinados de Federico I Barbarroja y su nieto Federico II, de la familia de los Staufen; las cruzadas, con el imperio latino de Jerusalén que conquistó las tierras de Bizancio en 1204 hasta su caída en 1261; la unión entre los Habsburgo y la corona española; la Reforma protestante; el Renacimiento en Italia; las guerras de religión; la posible invasión de los turcos a la entrada de Viena que fue detenida con éxito. La llegada de la Revolución Francesa, con lo que eso supuso para la aún no unificada Alemania. Finalmente, la disolución del imperio por parte de Francisco II ante la posible coronación de Napoleón. Adentrarse en las páginas de este magnífico libro es adentrarse en las profundidades del alma humana, en la fundación de las universidades, en la escolástica y el desarrollo de las ciencias a partir del siglo XII, en los orígenes del feudalismo y en el germen del capitalismo, en la guerra de los Treinta Años, que los alemanes consideran la mayor desgracia de su historia, por encima del Holocausto judío. Una guerra que duró 30 años y en que se calcula hubo 8 millones de muertos. La pérdida de la hegemonía española tras la paz de Westfalia (1648) y el auge de Francia como potencia europea, cultural y artística. Aventurarse en este libro es como leer “la historia de la decadencia y caída del Imperio Romano” de Gibbon, una populosa novela donde las generaciones humanas se dan la mano, se traicionan, se aman, se perdonan, son exaltadas y perecen en el libro del universo, cuyas páginas son infinitas, y que estos mil años son como un día para el universo y para Dios.

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