Trauma: el problema del dolor y el sufrimiento. Una reflexión y mi pequeña aportación personal desde una perspectiva multidisciplinar

Aunque generalmente realizo reseñas de literatura clásica, o de filosofía, o de historia, o de arte, o de antropología, o de mitología, o reseño obras ensayísticas, en esta ocasión voy a adentrarme en el mundo de la psicología a través de mis lecturas de manuales, así como de la filosofía, que al ser aplicada con rigor puede llegar a darnos muchas respuestas a los grandes interrogantes de la vida. Ante el auge actual de los trastornos mentales y los problemas de salud mental, esta será una breve reflexión acerca de lo que supone tener un trauma y lo que va asociado a este diagnóstico. Dicho esto, no soy psicólogo ni psiquiatra y esto es tan sólo una visión personal. En caso de que tengáis algún problema psicológico, acudid a un profesional de la salud mental.

Un trauma como tal es una herida que se produce a nivel psíquico o a nivel anímico, esto es, que está vinculado con un daño que le ocurre a nuestra alma. (La ciencia materialista hablaría de mente, cuyo soporte físico es el cerebro). El problema de este reduccionismo materialista consiste en querer dar solución a un tema tan complejo como un trauma a través de cambios fisiológicos en la estructura cerebral del paciente: (el típico ejemplo de que si estás deprimido es porque te falta serotonina. Si te tomas el antidepresivo te vuelve a subir la serotonina y la depresión desaparece. Aquí está la primera falacia y es que se toma el efecto por la causa: no estás deprimido porque te falte serotonina, sino que ese es el efecto de la depresión. Hay una causa, posiblemente psicológica, alguna vivencia, alguna pérdida, que te hace estar triste. La ciencia funciona con la lógica de que si suprimo los efectos la causa no opera, ergo no hay enfermedad. Pero esto suele ser sólo un parche. Realmente, para poder curar o al menos tratar de mitigar en lo máximo el sufrimiento de una persona con un trauma, debemos irnos a la causa que la produjo, y en los casos en que podamos, tratar de eliminarla, si es que se puede. Y en los casos en los que la causa no pueda ser eliminada, tenemos que darle a esa persona una explicación de por qué ha tenido que vivir algo tan doloroso. Y esto nos lleva a una problemática filosófica, que es por qué existe el mal.

Esbozado más o menos el problema, me procedo a analizarlo por partes. En general la medicina actual occidental sólo quiere acabar con los síntomas a través de fármacos. En este sentido, se quedaría en el plano material. La psicología trata a un nivel superior, el psicológico, a través de una anamnesis clínica. A través de los síntomas y de la descripción de los problemas del paciente, se establece un criterio diagnóstico según unas generalidades y patrones. Si se cumplen unos determinados criterios, ese paciente tiene X trastorno. Si se cumplen otros, ese paciente tiene un diagnóstico Y. El problema de nuestra mente racional es que necesitamos patrones generales y leyes universales para pensar y deducir. En estas leyes generales están subsumidos los hechos particulares. Aquí podríamos aplicar la reflexión de Hume, que Nietzsche apuntó en las notas de sus cuadernos. La mente humana ve un efecto o una serie de efectos y busca la causa. Pero a priori no sabemos los efectos determinados que va a provocar una causa. El ejemplo que pone Hume es que cuando golpeamos una bola de billar no sabemos que dirección va a tomar la segunda bola que entre en contacto con la primera hasta que no lo experimentemos. No es imposible que la segunda bola salga rebotada hacia atrás en vez de en línea recta según las leyes de la física. Esto se conoce como el problema de la inducción. Por muchos casos que hayamos experimentado en nuestra vida, nosotros prevemos que el futuro será similar al pasado y hacemos una asociación de ideas. La causalidad sería tan sólo una sucesión regular, de un momento anterior y otro posterior, de tal forma que como siempre que aparece A ha surgido B, llega un momento que preveo que si aparece A irá seguido de B porque siempre ha sido así en el pasado. Pero la experiencia no nos puede dar una certeza al 100% de que esto sea así. Podría ocurrir en un futuro una excepción (un milagro, que para Hume corresponde con una violación de las leyes de la naturaleza) y la bola de billar podría desintegrarse o saltar. Por eso siempre los racionalistas han considerado que las leyes de la naturaleza provienen de la razón y de la lógica, independiente de la experiencia y que funda esta. Sólo la razón aporta lo necesario y universal.

Hecha esta digresión, llego a la siguiente conclusión: los trastornos mentales y los traumas no son como las leyes de la naturaleza porque no controlamos ni conocemos todas las variables. No hay recetas mágicas y universales que sirvan para todos los pacientes. Es más, un paciente con un mismo diagnóstico puede mejorar con una terapia y curarse y otro puede empeorar con el mismo tratamiento. He aquí la habilidad del psicólogo y la integridad que debe tener si ve que esa terapia puede causarle un daño más que un bien. La terapia debe ser un traje a medida para el paciente. Se deberían conocer cuantas más cosas mejor: contexto socioeconómico, familiar, de relaciones, de amistad, nivel sociocultural e intelectual, etc. Esto es lo que Hegel llamaba el universal concreto, contra el universal abstracto que sería el arquetipo platónico. El gran problema de la filosofía ha sido cómo concretar en la realidad material y espacio-temporal lo que sólo existe a nivel teórico y de forma ideal. El problema es que la realidad debe amoldarse a los modelos teóricos. Uno de los temas fundamentales de la filosofía de la ciencia es el de salvar las apariencias o los fenómenos “sozein ta phaenomena”, de tal manera que el modelo teórico se ajusta al nivel empírico. Si la experiencia contradice la teoría, esa teoría es falsa porque los fenómenos la han refutado. Una teoría nunca es verdadera al 100%. Lo que hace que una teoría sea científica es que pueda ser falsada con un experimento que la refute. De ahí que por ejemplo el psicoanálisis o el marxismo hayan sido tachadas de pseudociencias, pues nunca se puede demostrar que sean falsas ya que siempre arguyen hipótesis ad hoc para tratar de explicar el por qué fallan y no predicen.

Dicho esto, a mi juicio hay otro nivel más elevado que es el espiritual, y estoy seguro de que muchas enfermedades mentales son causadas porque hay perturbaciones en este plano. Pero la incredulidad de muchos médicos o científicos que no creen en lo que no se puede medir en un laboratorio hacen que nieguen categóricamente este plano. Soy muy escéptico con estos temas porque sé que hoy en día con la New Age hay muchísimos vendehumos y falsos profetas que se hacen ricos con el sufrimiento de la gente. Desconfiad de todas esas personas que os digan que han visto la luz pero que os cobran dinero para mostraros el camino. Eso es manipular y hacer daño a personas que están muy vulnerables para venderles una cura que no tienen. Una persona que tiene un don o talento natural no os va a cobrar dinero por enseñaros. Eso es malvado y demónico. Está absolutamente prohibido cobrar un céntimo si tienes un talento o don. Pensad en la figura de Jesucristo, que hizo milagros y curó a muchos enfermos sin cobrar nada. Es más, en la Biblia aparece un personaje llamado Simón el Mago que quiso comprarles el don del Espíritu Santo a los apóstoles para así hacerse rico cobrando a los enfermos. Este pecado era muy grave en la Edad Media y la Iglesia lo denominó simonía, por querer comprar un bien espiritual con dinero (un bien material). Estos gurús suelen disfrazarse de ángeles de luz sin mácula y que sólo quieren vuestro bienestar, pero tienes que pagarles un dineral para llegar a esa luz y bienestar. Ya lo dice la Biblia, el que diga que no tiene pecado o mal, miente. Todos somos imperfectos y falibles, hasta el más Santo. Y aquí entro en terreno teológico. Prácticamente todas las personas que mueven mucho dinero y con gran poder e influencia suelen tener un perfil psicopático. Se aferran al poder. Y el poder y las riquezas las otorga Satanás a quienes le sirvan, pues le pertenecen a él. En mi opinión personal, estas personalidades psicopáticas, que pueden ser tu jefe en el trabajo, que te acosa, que te dice que no vales nada, que te quita tu autoconcepto personal y que destruye tu autoestima hasta hacerte creer que vales menos que una cucaracha, son demonios encarnados.(Lo mismo con un padre o madre narcisista o abusador, o una pareja, o un amigo) Creo sinceramente que estas personas tienen energías demónicas o que han hecho un pacto con el mismísimo diablo. Esto no sólo ocurre en relaciones de subordinación de poder como es el caso del trabajo, sino en relaciones de pareja, amigos, familiares, etc. Hegel vio esto muy claramente en su fenomenología del Espíritu, cuando estudia la dialéctica del amo y el esclavo. ¿Qué ocurre aquí? Según Hegel, una autoconciencia no existe como tal hasta que otra autoconciencia no la reconozca como tal- Yo no soy ni existo sino cuando el Otro me reconoce como su igual, como otra autoconciencia. Pero entonces, en la dialéctica del amo y el esclavo, dos autoconciencias luchan la una con la otra para imponerse. Es una lucha a muerte. Entonces el esclavo se pone al servicio del amo por el miedo a morir. De esta manera se somete a él. Pero paradójicamente el esclavo es el que hace la historia a través del trabajo (este tipo de relación se puede extender a prácticamente cualquier tipo de relación, ya que casi la totalidad de nuestras relaciones se basan en luchas del ego, que se manifiestan en poder, sexo, riqueza, fama, admiración, reconocimiento. En definitiva, sentirnos superiores al otro, generalmente por una falta de autoestima (complejo de inferioridad de fondo) o por envidia, ya que consideramos que esa otra persona no se merece lo que tiene y nosotros sí.

Dejando de lado esta dimensión espiritual, de la que desconozco mucho pero sé que existe, tras hablar con varios psicólogos todos me han reconocido que la misma psicología está en pañales frente a algunos trastornos. En mi humilde opinión personal, la falta de formación en filosofía de los psicólogos les hace que a veces no tengan herramientas para tratar ciertas problemáticas. Desgraciadamente casi nadie conoce las obras de los filósofos del siglo XIX, alemanes e ingleses principalmente, donde la psicología aún estaba mezclada con la epistemología y la metafísica y los análisis de ciertos conceptos psicológicos como la voluntad, la memoria, la tristeza o la inteligencia se tratan con una profundidad asombrosa, con un detalle al milímetro que a mí me deja perplejo. Estas ideas, complejas y abstractas, si se estudian en profundidad podrían albergar una nueva visión frente a estos trastornos tan debilitantes y que hacen sufrir a tantas personas.

Trauma y TEPT: el trastorno infravalorado

Desde que ocurrió el desastre de la DANA en octubre del año pasado, me he empapado acerca del Trastorno de Estrés Postraumático, ese diagnóstico tan poco conocido pero que supone un sufrimiento tan enorme para los que lo sufren y no sólo ellos, sino también sus familiares y sus allegados y seres más queridos. Si os preguntáis por qué estoy escribiendo acerca de todo esto, en primer lugar os diría que porque conozco el tema de primera mano. Y en segundo porque soy una persona PAS, según la prueba al 97%, y de esta forma me siento muy conmovido por el dolor ajeno. Recordad una cosa. Lo que nos une a los seres humanos es el sufrimiento, no el placer. Cada persona obtiene placer de distintas formas, pero el sufrimiento es el mismo para todos. Lo primero que quiero transmitiros a todos los que me leáis que hayáis sufrido este tipo de experiencias o conozcáis a alguien que las haya vivido, no sólo algo tan brutal como las inundaciones de la DANA, sino otro tipo de traumas, de abusos, de haber visto un episodio de violencia o haberlo sufrido, es esto: no fue culpa vuestra. Repito: NO FUE CULPA VUESTRA. Los artífices del daño son los auténticos malvados y responsables. Y aunque no lo creáis, no quedarán sin castigo. Es muy importante darle una explicación al por qué algunas personas tienen que vivir estas experiencias tan horrendas. Y aquí entraría en el problema del mal y por qué si Dios es omnibenevolente y omnipotente permite que ocurran estas cosas. La filosofía trata este tema muy tangencialmente, y realmente el problema del mal es un asunto de la teología. Y difícilmente podrá entender esta problemática del mal alguien que no crea en el diablo. Como dijo Baudelaire, “el mayor éxito de Satanás ha sido hacer creer al mundo que no existe” No puedo adentrarme en gran profundidad en esta temática tan compleja que ha tenido a los teólogos de todos los tiempos enredados en argumentos que pueden llevar a contradicciones insolubles para la razón humana. Diré muy brevemente que Dios nos ha dado libre albedrío, para que el ser humano pueda optar entre el bien y el mal. Pero también os digo que hay ciertas cosas que están predestinadas y han de ocurrir. Alguna vez, si tengo el tiempo suficiente, me dedicaré a explicarlo en profundidad, aunque os aviso de que hay que tener ciertas nociones de teología que aun así trataré de dilucidar.

Tratamiento del TEPT

El tratamiento del TEPT se trata tanto con terapia psicológica como psiquiátrica en casos más graves. Dentro de la psicoterapia, la terapia EMDR parece ser un bálsamo de esperanza y realmente funciona en muchos casos al reprocesar el trauma mediante la estimulación bilateral y su asociación con la fase REM del sueño. Iñaki Piñuel ha sido un gran divulgador de esta terapia para las personas que han vivido un abuso psicopático y/o narcisista. Con la experiencia de la gente que he conocido y lo que he podido recopilar de varios psicólogos amigos, hay ciertos hábitos que una persona con este trastorno debe seguir:

  • Hacer ejercicio físico intenso con regularidad (puede hacer que la ansiedad desaparezca por completo o al menos que se reduzca considerablemente, lo que puede hacer que se consuman menos fármacos hipnóticos)
  • No trasnochar ni consumir alcohol ni sustancias (Esto es bastante complejo ya muchas personas con TEPT desarrollan adicciones para tratar de tapar el dolor de la experiencia traumática)
  • Llevar un horario de sueño regular (Algo también complejo para las personas con TEPT ya que suelen tener pesadillas del acontecimiento traumático)
  • Tener un entorno social y familiar estable que apoye a la persona, tanto emocional como en otros aspectos.
  • Buscar actividades que distraigan del día a día y tener unas rutinas (de comer, de estudiar, de salir, etc)

 Desgraciadamente, y como en todo trastorno mental, el TEPT suele ir asociado a otras enfermedades, lo que se conoce como comorbilidad. Ni que decir tiene que los cinco puntos detallados arriba son hábitos saludables que son sanos en sí, con independencia de que haya trastorno psicológico o no.

Por último, voy a terminar esta pequeña reflexión y esta humilde aportación con una apunte final: no debemos buscar el sufrimiento, pero una vez que nos venga, debemos hacerle frente y crecer con esa experiencia. Esta es la máxima de los estoicos. El sufrimiento forma parte de la vida, pero es una manera que tiene la realidad de moldearnos. Como dijo Nietzsche, “lo que no me mata, me hace más fuerte”. También Tagore dijo: “la adversidad es grande. Pero el hombre es más grande que la adversidad”. Dicho esto, no quiero decir que vivamos en Wonderland ni en la falsa positividad tóxica que nos están vendiendo. Si sufres, tienes que expresarlo, tienes que sentirte triste, tienes que llorar, tienes que recomponerte. Pero nuestra misión en esta vida es no sólo no causar dolor ni sufrimiento, sino eliminar el sufrimiento ajeno o si no podemos, mitigarlo todo lo posible. Sabéis que soy un ávido lector. Literariamente he leído muchos libros que me han fascinado, que me han ayudado a entender mejor el mundo y a las personas, que me han curado de esta enfermedad que a veces es la vida. Para muchas personas todos los días son el día del Juicio. Para las personas afectadas por estos traumas, diría que viven cada día en el Infierno o el Purgatorio. Como yo estuve ahí, os diré: hay LUZ. Por último, os quiero comentar un hábito que tengo cada noche antes de irme a la cama. Suelo leer la Biblia durante unos 10 minutos y luego apago la luz y me preparo para dormir. Precisamente anoche, leí aquellas palabras de Jesucristo en el Sermón de la Montaña: “Por lo tanto, tratad a los demás como vosotros quisierais que ellos os traten: porque aquí está contenida la Ley y los profetas” (Mateo 7:12) No creo que fuese una casualidad o una serendipia.

Postdata: estoy traduciendo del inglés un libro de una mujer que logró recuperarse completamente del Trastorno de Estrés Postraumático. En cuanto esté traducido, lo publicaré para que todos tengáis acceso gratuito a él.

De todos los autores que he leído, ojalá los psicólogos leyesen a Shakespeare y a Dostoievski. Creo que aprenderían realmente lo que es la psique humana y las complejidades y contradicciones de la condición humana, aparte de los manuales. En cuanto a Jung, su conocimiento del alma humana es tan profundo e inconmensurable que necesitaría muchas páginas para poder explicar toda su doctrina. Será en otra entrada, en un futuro, espero que próximo.

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