Esta novela corta de Dostoievski, una de sus primeras obras, es conmovedora. Se trata de una reflexión acerca de la amistad y el amor romántico, en sus estratos más puros. El protagonista, un joven cuyo nombre no sabemos, es un ser solitario que vaga por la ciudad de San Petersburgo durante las noches, al estilo de la figura de Baudelaire con su flâneur. Una de esas noches, salva a una joven de ser asaltada por un hombre y empiezan a hablar. El joven la acompaña hasta su casa y le comenta que nunca ha estado con una mujer y que siempre ha estado solo. Cuando llegan a la puerta de su casa, el protagonista le pregunta si volverá a verla y que estará en el mismo sitio en el que la conoció al día siguiente. Ella le responde que no hay ningún tipo de problema en que sigan viéndose, pero con la condición de que no se enamore de ella. La chica es una joven de diecisiete años llamada Nastenka, y quiere saber algo más sobre el joven. Él le dice que no tiene historia, que siempre ha estado solo y que es un “soñador” que no es un ser humano, sino un tipo intermedio. El narrador llega a decir que la vida cotidiana mata a la gente, mientras que en el mundo en el que él habita, el de sus sueños, las cosas son como desea que sean. La joven la cuenta su historia. Vive con su abuela ciega, que ejerce un gran control sobre ella. Conoció a un joven inquilino que la introdujo en el hábito de la lectura, regalándole libros de Walter Scott y Pushkin. El joven empieza a cortejarla sutilmente e invita a Nastenka y a su abuela a ver el barbero de Sevilla. Cuando el inquilino está a punto de salir de San Petersburgo a Moscú, Nastenka le pide que se case con ella. Pero el joven le dice que no tiene dinero para mantenerla ni a ella ni a su abuela, aunque le promete que volverá dentro de un año a buscarla. Ya ha transcurrido el año y ella no ha recibido ni una carta suya. El joven narrador se da cuenta de que se ha enamorado de ella, aunque lo oculta y la ayuda escribiéndole una carta a su amante. Nastenka dice que lo ama porque no se ha enamorado de ella, y literalmente le dice que “a él lo quiero más, pero usted es más bueno que él.” Han transcurrido tres días y Nastenka sabe que el joven amante está en San Petersburgo pero no se ha puesto en contacto con ella. El protagonista decide revelarle sus sentimientos, ante lo que Nastenka se queda atónita. El joven soñador le dice que, ya no pudiendo ser amigos de la misma manera, no volverá a verla nunca más. Ella le insta a que quiere conservar su amistad, y que puede que algún día surjan sentimientos románticos hacia él. Ya hacen planes de casarse y de irse a vivir a la misma casa, cuando de repente aparece el joven amante y Nastenka se va corriendo tras él. Vuelve al protagonista para darle un beso y se marcha con el joven, dejando al protagonista con el corazón roto.
La novela termina con el narrador recibiendo una carta de Nastenka en la que ella se disculpa por haberlo lastimado y que le estará eternamente agradecida. Le dice que se casará dentro de una semana y que espera que él venga. El narrador entonces rompe a llorar. La novela termina con este conmovedor párrafo:
«¡Pero que sienta algún resentimiento contra ti, Nastenka! ¡Que proyecte una sombra oscura sobre tu brillante y serena felicidad!… ¡Que aplaste una sola de esas delicadas flores que llevarás en tu oscuro cabello cuando ¡Caminas por el pasillo hacia el altar con él! ¡Oh, no, nunca, nunca! Que tu cielo esté siempre despejado, que tu querida sonrisa sea siempre brillante y feliz, y que seas por siempre bendecido por ese momento de dicha y felicidad que le diste a otro corazón solitario y agradecido… Dios mío, ¿sólo un momento de dicha? ¿No es un momento así suficiente para toda la vida de un hombre?»
Dostoievski ha sido considerado como el gran conocedor de la psique humana. Denominado el cirujano del alma humana, tan sólo Shakespeare ha llegado a las profundidades de las emociones humanas, con sus arquetipos. Stefan Zweig dijo que Dostoievski es el gran conocedor del alma humana, y Nietzsche, el filósofo apóstol del nihilismo, dijo que Dostoievski era el único hombre del que había aprendido algo. Que su descubrimiento fue incluso mayor que la lectura de Stendhal. Dostoievski ha creado caracteres inmortales, siempre con la temática religiosa y mística que empaña toda su obra. El príncipe Mishkin, protagonista de “el idiota”, es la bondad personificada, el Cristo hecho hombre. Es famosa su frase “la belleza salvará el mundo”, ahora conocida entre los estudiantes de filosofía y estética. Pero en sus obras, el amor puro e incondicional que derraman algunos de sus personajes, no triunfa frente a la maldad y la corrupción de personajes demoníacos, egoístas, orgullosos y soberbios, hacedores de iniquidad. El personaje de Stavroguin es, literalmente, un demonio encarnado, un psicópata. Smerdiakov, en los hermanos Karamazov, juega un papel análogo. El mal que trabaja en las sombras. Porque “Satanás se disfraza de ángel de luz, y sus ministros, en ministros de justicia, pero su fin será conforme a sus obras”. (2 Corintios,11:14-15)